Capítulo 25: Periodo de celo

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Diciembre ha terminado y enero ya ha empezado a avanzar con los días. Son las siete de la noche. La emisora de radio indica que el día de mañana será frío y nublado.

El escritorio está vacío. La lámpara, la única fuente de luz, alumbra la maleta desbordante de ropa que está sobre la cama. Pese a la existencia de la luz, la habitación es oscura y la única ventana está oculta tras una cortina gris.

Frente al espejo está, Fuyumi, con un abrigo qué le llega a las rodillas y unos botines bajos. Ella va cepillando su cabello con delicadeza.

—Apenas has llegado y lo primero que haces es arreglar tu cabello.

La puerta es abierta sin previo aviso. Ante esto, ella sonríe con cansancio. Ha estado despierta hasta la madrugada. La noche anterior estuvo ocupándose de los asuntos qué tenía pendiente, pero pareciera que ese lugar le ha traído devuelta sus antiguos deberes.

—Natsuo, debes tocar la puerta antes de entrar.

Él se disculpa como lo hace siempre y asegura tocar la puerta una próxima vez. Fuyumi, no lo cree, pero responde con una cálida sonrisa 'No te preocupes. Sé que la próxima vez lo harás'.

Durante la infancia, los niños son tan moldeables como la arcilla. Es por eso, que los malos hábitos se guardan a lo largo del tiempo. Aunque la razón del mal actuar de su hermano, es diferente.

La causa no es más que el ruido provocado por las discuciones de sus padres, dichas voces eran tan fuertes que resonaban en las paredes de su casa. El ambiente siempre fue sombrío, sofocante y desolador. En medio de ese conflicto sin tregua, Natsuo, solía correr asustado hacia su habitación y en medio del llanto gritaba su nombre para que le abriera la puerta. No fue Natsuo, el culpable de su mal actuar, sino el miedo.

—Tenemos que estar presentables ante papá y mamá. Ellos llegan en menos de diez minutos-menciona, con cierta alegría de ver a su familia reunida, pero con temor de la misma razón.

Cada año, el primer viernes del nuevo año, los integrantes de la familia Todoroki se reúnen en la casa principal, qué fue el hogar de los más jóvenes de la familia. Es una tradición. Sin embargo, hay una persona que incumple con la tradición desde hace años.

—¿Crees que venga?

Aunque la pregunta debería ser respondida con un no, porque esa es la respuesta más lógica para Fuyumi; esta vez su respuesta es diferente y difícil de creer.

—Él va a venir

—¿Cómo lo sabes?

Un grito qué golpea sus oídos es la repuesta. Natsuo, abre la ventana y abajo, en la primera planta, bajo la luz de luna, está parada la persona en cuestión. Luce un abrigo oscuro, unos zapatos de cuero y un maletín cuelga de su mano.

—¿Por qué está vestido así?

—Touya, dijo que quería darle una sorpresa a papá.

—Le va a causar un ataque

Fuyumi, ríe en voz baja por la ocurrencia. Ella no cree que su padre vaya a sufrir un ataque, pero si cree que va a llevarse una grata sorpresa cuando vea a todos sus hijos reunidos.

Ese amable pensamiento le permite recordar un detalle, o más bien a alguien. Se acerca a la ventana y recorre el exterior de la casa con la mirada y como presentía, hay alguien quien no ha llegado todavía.

—¿Dónde está, Shouto?

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Existen dos líneas que hacen que una persona delimite sus acciones. La blanca es condescendiente y evita que corramos peligro. La gris nos avisa del peligro dando advertencias. La blanca es la que ahora mismo está a punto de pisar Bakugou.

Nardo y Peonía [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora