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9 de Abril, 2019
Bernardo de Yrigoyen, Santa Fe


El día escolar recién arrancaba y yo me quería ir. Estaba sentada junto a Pablo y adelante teníamos a Alejo y Morena.

La hora de Química se hacía eterna y, lo peor, es que probablemente íbamos a terminar haciendo todos los ejercicios Alejo y yo mientras nuestros amigos se reían de boludeces.

—Mai, ¿me prestas tu goma? — me pregunto More, a lo que yo me reí.

— Cómo si estuvieras haciendo algo amiga, no te hagas — todos rieron y me mostró el dibujo que estaba haciendo —¿A quien estas dibujando? ¿A Alejo?

— ¿A mí? — se intereso el recién nombrado y miró el dibujo que tenía su compañera de banco — Es horrible eso, Morena.

No pude evitar reírme y seguí haciendo los ejercicios. Pablo estaba con su celular.

Cuando tocó el recreo salimos al patio y nos sentamos en la mesa de siempre. Me había comprado un alfajor. Sacamos las cartas para jugar al truco, pero me terminé negando.

Estaba con dolor de cabeza y realmente no quería escuchar a los nenes de primaria gritar.

Apoye la cara en la mesa, resignada. Mis amigos hablaban y yo no escuchaba realmente.

Sentí una mano pasar por mis hombros y levanté mi cabeza, para ver quien era.

— ¿Estás bien? — preguntó Alejo mientras me miraba.

— Me siento medio mal, ¿Me acompañas a buscar un Ibuprofeno a preceptoria? — le pregunté y el asintió, caminando a mi lado.

Pasamos al lado de nuestros compañeros y escuche como susurraba mirándonos. Alejo simplemente los miró mal y seguimos caminando.

A veces deseaba tener esa autoridad que el tenía, que por más que parecía dar miedo, era uno de los pibes más buenos que conocía.

El preceptor me dio y lo tomé rápidamente. Mientras, los dos hombres hablaban de fútbol.

— Estoy jugando en Unión de aca, el club de barrio. De delantero, obvio — le contó al mayor y este asintió muy interesado — ¿Te tomaste la pastilla ya?

Asentí y fuimos con nuestros amigos devuelta. El camino fue en silencio, pero me sentía muy cómoda.

El morocho se sentó a mi lado en la mesa y yo apoyé mi cabeza en su hombro. 

— Que loco pensar que nos quedan dos años para ser promo — comentó Morena.

— En dos años terminamos la secundaria y todavía ni siento que viví mi adolescencia — suspiré con desgano.

— Todavía te quedan dos años ¿Sabes todo lo que puede pasar en dos años? Capaz que me muero y todo — exageró Pablo — Ale en dos años juega en primera.

— Imagínate hermano, me muero — comentó el recién nombrado.

—Espero que el día que llegues a primera te sigas acordando de los cuatro fantásticos — Morena nos hizo reír a todos nombrando el nombre de nuestro grupo.

El timbre sonó y fuimos resignados al salón de clases. Se venía una hora eterna de Derecho.

La mañana transcurrió normal y en su transcurso me fui sintiendo un poco mejor, pero todavía con dolor de cabeza. Pablo me había dejado el lado de la pared  así que podía acostarme tranquilamente apoyando mi espalda en la pared y las piernas sobre las piernas de mi compañero de banco.

— Ponete cómoda tranqui — me jodio Pablo y le pegué sin fuerza.

— El grupito del fondo, por favor callados — exclamó el profesor y por respeto, le hicimos caso.

Al terminar de hacer los ejercicios, claramente nos pusimos a hablar entre nosotros.  Era la tipica.

— El sábado voy a la cancha a ver Central —contó Alejo — ¿Vamos blito? —nombró a Pablo por su apodo.

Mi compañero de banco asintió enérgicamente, haciéndome reír. Eramos los tres hinchas de Rosario Central, por más que nos quedaba lejos. Nuestros padres nos lo habían inculcado.

— ¿Estás mejor? — me preguntó Alejo en voz baja y movi mi cabeza diciendo más o menos — ¿Te vienen a buscar a la  salida?

Asentí y el asintió también. Al tener su mano en mi banco y yo tener un fibron cerca, no me pude resistir a escribirle algo en la mano. Puse "Alejo Veliz #9" e hice una firma, que no era nada parecida a la de él.

Cuando se dio cuenta, sacó la mano rápidamente y la miró. Mis ojos fueron a la pequeña sonrisa que el me había dado.

— Tan mal no te sentis si me estas dibujando — jodio haciendo reír a mis amigos, pero yo le puse mala cara.

Al ver mi cara, río y luego agarró mi mano en señal de perdón.

La mañana gracias a dios había terminamos y ya faltaban diez minutos para que toque la campana. Morena y Pablo estaban hablando con unos compañeros, mientras que Alejo miraba por la ventana.

— ¿Que pensas tanto? — le pregunté al verlo tan concentrado.

— Na, en nada especifico — me miró a los ojos y no se porque motivo me puse nerviosa. Aproveche a acomodar el cuello de su chamba del uniforme, ya que lo tenia desacomodado. Vi como trago saliva, pero luego me sonrió y con su mano en mi honbro me guió a donde estaban nuestros amigos.

— Mai, ¿el finde vos queres salir? — Morena me preguntó mientras miraba su celular — A ustedes dos ni les pregunto, ya se que se van a Rosario.

— No se Mo, la verdad que medio me da paja, pero más cerca del finde te digo bien — respondí sin dar ninguna confirmacion o negando.

El timbre sonó y salimos directo a la puerta de la escuela.

Pablo busco a su hermanito, que tenía unos 10 años y, un enamoramiento en Morena, el cual nos saludo con gratitud.

Luego, cuando estaba yendo a la esquina, que era por donde me buscaba mi mamá,  me encontré con Alejo nuevamente y su hermanita Bruna.

— Hola linda — me agache a saludarla y la menor me dio un abrazo que hizo que muera de ternura — ¿Se van caminando a su casa?

Alejo asintió mientras alzaba en brazos a su hermanita pequeña.  Era una imagen más que tierna.

Salude a Bruna primero, que se río cuando le di un beso.

— Chau Ale — coloque la mano en su hombro ya que debido a su altura se me complicaba saludarlo. No puedo negar que mi piel se erizo cuando sentí su mano en mi cintura.

— Mejorate Mai, después hablamos.

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PRIMER CAPITULOOOL
Espero que les guste y tengan ganas de seguir leyendooooo

habit - alejo veliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora