❥︎𝗟𝗶𝘀𝗮𝗻𝗱𝗿𝗼 𝗠𝗮𝗿𝘁𝗶𝗻𝗲𝘇

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Te despertas con el pie de tu bebé presionando tu vejiga. Te das la vuelta para ver si él todavía está en la cama. En cambio, al ver que no, no te sorprende ver su costado vacío porque su insomnio normalmente lo mantiene despierto, pero esto se siente diferente.

Tu cuerpo camina contoneándose hacia el baño y tus piernas tiemblan mientras te agachas en el inodoro. Una vez que terminas de hacer tus necesidades, buscas a tu marido.

Lo encontrás en el sillón con solo la lámpara cerca iluminando la habitación. Te agachas a su altura y llamas su atención. Le corres un mechón de su propio pelo y acaricias su cara mientras él te sonríe en forma de saluda. Sus ojos vuelven a permanecer en las páginas del libro que está leyendo.

Leíste el encabezado y te das cuenta que él está leyendo uno de los muchos libros para bebés que compraron.

"¿Qué haces leyendo eso tan tarde, Li?" -susurraste, besando su frente. Él la mira con una mirada cansada:

"Estaba viendo Instagram y me salió algo sobre los recién nacidos que me asustó, así que tuve que leer el libro para comprobarlo".

"¿Es eso realmente lo que te preocupa? Porque sabes que no vamos a saberlo todo sobre la paternidad", decís.

Suspira: "No, supongo que en primer lugar estaba despierto porque tenía miedo de no ser un buen papá". Tus cejas se juntan en el medio y negas con la cabeza. "¿Por qué pensás eso?"

Él se encoge de hombros y pone el libro a un costado, para indicarle a ella que se apoyará en su regazo para poder colocar tu cabeza en su cuello.

"Apenas puedo cuidarme a mí mismo, ¿cómo se supone que debo cuidar de otro ser humano? No consigo conciliar el sueño. ¿Qué pasa si no puedo hacer que el bebé duerma?"

Uno de sus brazos rodea tu cuello y juega con el pelo de tu nuca. Le besas la mejilla: "Puede que no seas bueno cuidándote, pero está bien. Para eso estoy aquí. Y sos capaz de cuidar de otras personas. Me cuidas todos los días". Su mirada se suaviza ante la revelación.

"Cuando empezamos a salir en la secundaria, me traías el desayuno todas las mañanas. Sabes que no era muy buena para obligarme a comer por la mañana y vos te encargaste de eso por mí. Esta tarde me ayudaste a ponerme los zapatos cuando salimos. Eso ya es la mitad de lo que es ser padre". Él se ríe de su exageración excesiva.

"Creo que hay un poco más. Pero tenés razón. Somos bastante buenos cuidándonos unos a otros", coincide.

Asentís: "Sí, y acordate, no lo estás haciendo vos solo. Voy a estar a tu lado todo el tiempo. Ahora, ¿no es mejor si intentamos volver a dormir? Si no podemos, entonces podemos pensar en nombres de bebés".

Te levantas de su regazo y le tiendes la mano. "Sí, vamos. Gracias por estar acá para mí, amor", le agradece, rodeándole el hombro con el brazo mientras caminan hacia la pieza. "De nada mi amor."

volví, ah, espero q les haya gustado este os de mi hombre y q lo hayan valorado 😔, adióss

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