Tenía conciencia que muchas cosas no podían ser ciertas, así como otras sí.
El asunto de la Sala Común no me había dejado tranquila. Sentía una intensa y desbordante necesidad por saber qué era lo que había debajo de esa cerámica color marrón, qué cosas ocultaba, si era un hueco o yo qué sabía yo. Ni siquiera yo misma conocía el motivo por el cual me daba tanta curiosidad. Era como una creciente incertidumbre en mi interior que no me dejaba en paz hasta saber lo que me inquietaba.
Parecía que había un hueco o una especie de hoyo, o al menos eso deduje luego de recordar los golpes y el sonido que producía. Quería saber qué había dejado de eso, quizá algo valioso de la escuela, o una caja llena de dinero, o las respuestas de mis futuros exámenes, o drogas, o simplemente algo que me sorprendiera.
Además, tenía la leve sospecha de que ese pequeño asuntito tenía algo que ver con el volumen que encontré en la biblioteca. No me parecía coincidencia que justamente la página que debía hablar de la Sala Común no estaba, o que algunos de mis amigos actuaban raro cuando yo quería hablarles de eso y que enseguida intentaban cambiar totalmente del tema.
O, tal vez, mi mente estaba produciendo este pequeño escenario ficticio solo porque mi vida era muy aburrida y monótona, y trataba de encontrar algo con lo que entretenerse considerando cosas sin sentido y dándole vueltas a hechos no tan relevantes. La verdad, cuando me ponía a pensarlo de esa manera, sí me parecía un poco patético.Pero, aún así, la duda estaba escondida como llama flamante dentro de mí, y no se iría hasta satisfacerla, aunque al final terminase siendo falso.
—Espera, espera, ¿Por qué quieres hacer eso?, ¿Estás loca?
Rodé los ojos una vez más, dándome la vuelta para encarar a Frederick, contrayendo mis facciones y soltando un sonoro gruñido de fastidio.
—No estoy loca. —chisté—. Es cierto. Sé qué hay algo en la Sala Común y no descansaré hasta averiguar qué es.
Hacía dos días, los estudiantes de U.S.A High School llegaron a Rumania. La bienvenida que tuvieron aspiró el aire de competencia por dónde sea que la vieras. Era como si las sonrisas o gestos que se hacían mutuamente prometían una guerra muy buena, y advertencias sobre que debían estar listos porque este año sería peor que el anterior.
Vinieron los competidores, así como algunos chicos para apoyar. U.S.A High School pagó un hotel completo con todas las comodidades posibles y con lo necesario para que sus alumnos pudieran alojarse hasta que los juegos terminaran (aunque a ciencia cierta todavía no comenzaban, pero decidieron venir unos días antes para adaptarse al lugar y ser partícipes del Baile de Bienvenida, que se organizaba, en gran parte, debido a ellos).
El primer día aquí, Frederick descansó, ya que el viaje había sido muy largo. El segundo día vino y le hice un tour por todo el plantel estudiantil con Fernanda, comenzando desde los salones de clase y cada rincón del edifico de estudio, hasta el edifico de dormitorios y canchas, o lugares interesantes. Y el tercer día, o sea, hoy, él estaba en el hotel del pueblo, y lo cité a través de una llamada. Quería pedirle que me ayudara en algo, algo que solo él podría hacer siendo... Él.
Le conté a Frederick lo que me había pasado estos últimos días y las cosas que me intrigaron. Él me dijo que estaba loca, pero yo lo negué y prometí que le demostraría que tenía razón, así que, ideé un plan: La noche del Baile, o sea, mañana; en una hora específica donde los alumnos y maestros no estuvieran rodeando la escuela; Frederick y yo saldríamos del auditorio e iríamos a la Sala Común para ver de una vez por todas qué había debajo de ese pedazo de cerámica.
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Rumania High School
Random¿Ser alumno nuevo en una escuela es lo peor, no? Yo pensaba eso y muchas cosas más, pero no sabía que mi vida daría una vuelco trascendental al conocer a veinte chicos extraños que no hicieron más que arremeter con mi paz mental. Entre competencias...