2 | Llegada

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No supimos cuándo, cómo o por qué, simplemente mi mente analizaba la situación mientras veíamos a un hombre gigante y corpulento llegar delante de nosotros para tomar nuestras cosas y guardarlas en la cajuela de un carro negro. Parecía un gorila o un animal de esos grandes y fuertes.

Antes que nada, sí, le pregunté quién rayos era y en mis adentros estaba preparada para comenzar a gritar si ese señor terminaba siendo un secuestrador o algo así, pero él me calmó y me informó que venía de Rumania High School en nombre de la directora y que él sería el encargado de llevarnos a Frederick y a mí al plantel estudiantil, incluso me mostró una placa y un montón de cosas más para ganarse mi confianza.

La verdad, no me lo esperaba. Por un momento se me olvidó que no estaba en uno de esos países donde usaban el robo de menores y la extorsión como un pasatiempo más en el diario vivir. Hasta mi bate había sacado para defenderme.

—Suban, por favor. —Amablemente, el Gorila me abrió la puerta trasera del carro, dando la apariencia de un guardaespaldas o de esa gente que cuidaba a la realeza.

Encogí mis hombros e ingresé apegando mi mochila de espalda a mi pecho, y Frederick me siguió detrás tirándome su mochila en la cara para que la sostuviese mientras él también se subía. Una vez ambos estuvimos dentro, le devolví lo que era suyo bruscamente y me acomodé en el asiento derecho y él en el izquierdo. Nos arrimamos a los respaldares de cuero y a cada una de las puertas le pusimos seguro, por si acaso se les ocurriera abrirse y tirarnos en pleno acantilado.

A los segundos, el Gorila también subió y se sentó en el asiento de adelante. Se puso el cinturón de seguridad y comenzó a conducir en silencio, prendiendo la radio al tiempo que nosotros mirábamos el paisaje a través de la ventana.

Hice un escándalo y todo antes de venir, pero tenía que admitir que este lugar era hermoso. Los árboles eran enormes y frondosos, rodeados de plantas e infinito pasto verde. Las arquitecturas que se ubicaban alrededor estaban preciosas, como esas que existían en la Edad Media. Las viviendas de las personas parecían esas casitas de duendes que mostraban en las películas, pequeñas pero a simple vista acogedoras.

Rebaños de animales pastaban acompañados de campesinos que salían a sembrar o a hacer un último trabajo en sus tierras antes de que la noche cayera completamente.

Miré el cielo, el cual comenzaba a ponerse oscuro y dejaba proyectar la luna que también tenía ganas de aparecer, mientras el sol se ocultaba de fondo y daba un atardecer perfecto para el maravilloso entorno.

Entonces mi celular vibró. Lo saqué de mi mochila y abrí la notificación que sobresalía en la parte superior de la pantalla.

Mom
Hija, ¿Cómo les fue?, ¿Ya llegaron?, ¿Comieron?, ¿Descansaron?, ¿Ya leyeron un versículo bíblico?

Aguanté una pequeña carcajada.

Mi mamá era una excelente madre, pero a veces se preocupaba de más y era un poquito paranoica. Le escribí una corta y breve respuesta, contestándole ese bombardeo de preguntas que me había hecho. Ella así se quedó más tranquila y me dijo que la llamara a la hora que me vaya a la cama.

Sonreí y apagué mi celular y lo guardé, pero en eso llegó otro mensaje, esta vez del celular de Frederick.

—¿También te escribió tu mamá? .—pregunté mientras él encendía el dispositivo telefónico y revisaba las notificaciones.

—Y no solo ella.

Con los ojos en blanco, volteó su celular para mostrarme la cantidad de mensajes que había de, no solo su mamá, siendo también de Karina, quien le insultaba y le reclamaba asustada por no contestar rápido.

Rumania High SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora