☕capítulo 3 🔪

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Un mes después...

Me encantaría hacerme la pelotuda como el resto y creer que ya volvió todo a la normalidad... pero hay un dicho que dice que cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía.

Y yo que desconfío de todo el mundo no podría estar más de acuerdo.

Ya casi todo Buenos Aires ha vuelto a la normalidad; parece que en un abrir y cerrar de ojos todos se olvidaron del desastre que hizo el Ted Bundy del conurbano, ¿o será que estamos tan acostumbrados a vivir entre la mierda, que ya todo nos chupa un huevo?

Hace un mes pararon los asesinatos, pero las investigaciones continúan. Se despilfarró cualquier cantidad de guita en detectives y operativos al reverendo pedo, porque todavía no han obtenido ni una miserable pista del asesino.

El fanfarrón de Ordoñez lo único que ha hecho hasta el momento, aparte de pasearse por todos los prostíbulos de Buenos Aires, fue armar un perfil del asesino sólo para salir de figureti en todos los noticieros morbosos y amarillistas; noticieros que por cierto le siguen dando más entidad al caso del empresario que al de las prostitutas.

En el informe de Ordoñez, decía que el asesino probablemente sea un hombre de raza blanca, con trabajo estable, fuerte, mayor de cuarenta años, de clase media, guapo, sádico y organizado. También llego a la conclusión de que el psicópata conocía perfectamente las zonas en donde atacaba y que debía contar con uno o más vehículos como para no generar algún tipo de sospechas.

Lo más nefasto de todo esto, es que los investigadores se dieron cuenta de que se tenían que empezar a mover un poquito más después del apriete mediático que les hizo el empresario Bartolomé Anchorena, padre del único masculino asesinado por el psicópata.

Quintana dejó al público atónito cuando salió a decir en una rueda de prensa: "No estamos detrás de ningún principiante, este no es ningún pichi, tampoco es un asesino desorganizado. No. No estamos lidiando ni con un Cayetano Santos, ni tampoco con un Robledo Puch; lamentablemente, nos estamos enfrentando con un psicópata de la misma talla que la de Ted Bundy o la de Gary Ridgway".

Esta vez la policía se encuentra frente a un caso excepcional, así que Quintana se tuvo que tomar el trabajito de organizar una investigación más coordinada. Armó un escuadrón especial con detectives y policías encubiertos, encabezado por el detective Eleuterio Ordoñez, alias Figureti, para enfocarse sola y exclusivamente a los crímenes adjudicados al empalador de la matanza, o al empalador fantasma, como lo había bautizado la prensa.

Papá también me contó que ya hay más de trescientos policías encubiertos por toda la provincia de Buenos Aires. Algunos están infiltrados como travestis, otros como clientes y otros como borrachos y cirujas.

Todo esto ocurrió tras la viralización del caso Anchorena o del caso del joven empresario, como lo suelen titular los noticieros y programas de televisión, quienes dicho sea de paso, le dedican horas exageradas al tema, como si ese fuera el único caso del empalador.

En las redes sociales no tardaron en darse cuenta de lo selectivos que estaban siendo tanto la policía como los medios de comunicación.

Y más allá de todos los insultos que se decían unos a otros y de los escraches que dejaban en los muros de periodistas y políticos, muchos se preguntaban lo mismo... ¿Por qué carajo no se movieron antes? ¿Acaso la vida de una prostituta valía mucho menos que la de cualquier otra persona? ¿Acaso le estaban dando más importancia al caso Anchorena sólo por tratarse del hijo de un millonario?

Preguntas que se encargó de responder el repelente de Sánchez Ordoñez a la prensa.

Cuando uno de los periodistas de Canal 8 le preguntó al detective Ordoñez que por qué no trabajaron más a fondo con anterioridad, él tuvo la caradurez de responderles: "Porque esta vez meo fuera del tarro", "metió el palo en donde no debía", "ese chico era inocente" haciendo alusión al crimen de Estanislao Anchorena.

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