Prólogo

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Las cosas en el reino estaban de cabeza aún luego de un año de la desaparición de la princesa. Nadie sabía por qué se había esfumado. Todos los pueblerinos habían colaborado en su búsqueda día y noche sin tener éxito. Nadie entendía qué había pasado, la princesa había desaparecido un día antes de la boda, y no podía ser posible que hubiera huido, ella estaba perdidamente enamorada del príncipe Lionel, ¿o no?

...

—¡Señor, la hemos encontrado! —Jackson, el plebeyo encargado del equipo de búsqueda entró corriendo al despacho del rey quien dio media vuelta aún en su lugar y lo miró con un gesto inexpresivo exigiendo la presencia de la chica.

En menos de una hora, todo el pueblo se había enterado que la hija del rey había retornado. Todos querían saber dónde estaba y cómo se encontraba, y si había sufrido algún daño, pero también indagar en los detalles sobre su desaparición.

...

Las grandes puertas se abrieron frente a la princesa cuando llegó al castillo. Con el corazón en la garganta entró escoltada por seis hombres. En el despacho la habían estado esperando su madre, su hermano y, por supuesto, su padre.

Luego de que las puertas del despacho se cerraran, Gabrielle se encontró de pie frente a su familia; todos envueltos en un silencio absoluto. Su mirada cayó sobre su madre que tenía los ojos llenos de lágrimas.

—Mamá —Gabrielle dio un susurro inaudible mientras se enderezaba. Poco a poco fue dirigiendo la atención hacia su padre. Era como si la ira del rey se desbordara atravesando sus poros, pero a pesar de que había estado a punto de liberar humo desde el interior de sus oídos, mantuvo una expresión seria.

—Lo diré solo una vez. —Su voz era pausada. Se reclinó sobre el escritorio usando sus manos como pilares de apoyo—. Quiero saber por qué, adónde y con quién te fuiste.

El azul eléctrico de los ojos del rey era tan escalofriante, que la princesa no fue capaz de sostenerle la mirada.

—¡Grabrielle, mírame y habla! —El rey alzó la voz.

—¡No quiero casarme, ya te lo dije! —respondió Gabrielle usando el mismo tono.

El rey se acercó a ella, la tomó por los hombros y comenzó a sacudirla bruscamente.

—¡Eres una incoherente, una irresponsable, una necia! ¡¿Cómo te atreves a desaparecer un día antes de la boda?!

Gabrielle trató de zafarse de su agarre, pero era inútil, ella no podía competir contra la fuerza de un hombre como su padre.

—Papá, yo creo... —Jeremié, el hermano de Gabrielle, intentó intervenir, pero sus palabras fueron suspendidas.

—Jeremié, no te entrometas —le advirtió el rey mirándolo de soslayo. No quería interrupciones, quería una explicación coherente. ¡Su única hija mujer se había fugado justo antes de la gran boda! No permitiría que, luego de su retorno, ella hiciera lo que le viniera en gana.

—Vas a darme una explicación ahora mismo. —La soltó y se alejó. Gabrielle suspiró y comenzó a juguetear con sus manos.

—No quiero casarme con Lionel —dijo ella con un tono de angustia.

—Eso no está en discusión —Suspiró poniendo una expresión de cansancio mientras rodaba los ojos. Estaba harto de la misma queja de siempre.

El Secreto del Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora