Y él se enamoro de…
Dicen que en el amor hay tres etapas: el que te enseña, el que te destruye y el que te renueva para siempre.
Era irónico que a sus 21 años no se había cruzado con tales místicas etapas. Era un soñador, no en el amor, si no en la muerte. Él veía a la muerte como su amigo, como su amor. Bailaba junto a él a las 12 todos los días.
La muerte que siempre le sonreía como una viejo amigo. Eran inseparables el valle de los sueños veía 2 almas una marchita y otra dormida; bailar armoniosamente bajo la tenue luz de las velas.
Era aterrador y a la ves el baile más hermoso que se había presenciado. Pero el quería estar junto a él, quería bailar no solo en sus sueños, si no en su realidad.
Pero la muerte ya estaba condenada por amar a un alma de luz y él por su parte se hundía en la oscuridad cada noche por ver a su amado.
Un dia después de años de baile. La muerte no llegó, los bailes se fueron y junto a él la alma de luz de la chico de ojos esmeralda se marchitaba como una flor sin agua.
-Dónde estaba mi amor- preguntó él entre lágrimas viendo la luna llena en lo más alto de cielo.
Llorando y lamentando ser luz decidió apagarla.
Cuenta la leyenda que si escuchas una canción a las 12:21: verás 2 sombras que son almas marchitas bailando la más tenebre de las canciones y aún así siendo las almas más felices.
La muerte encontró su luz y la luz supo amar a la muerte.
Fin.