Capítulo 1.

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Matías...

Mi secretaria entra a la oficina.

—Señor, lo busca el general Johnson.

—Hazlo pasar­ —entra solo.

—¿Encontraste algo?

—Nada, pero entraron conmigo.

—Me estás viendo la cara de imbécil —me molesto—. ¿Qué demonios hacías en Italia?

—Ese no es tu problema, estoy haciendo algo así que deja de seguirme. Y haz tu trabajo.

—Eso hago.

—Matías, eres el maldito presidente de la mesa directiva del senado —me recrimina—. Es lo que querías, se te dio. ¡Tu padre es el ministro de la suprema corte de justicia de la nación y no puede ser que ni juntos puedan encontrarla!

—Eres el general de la defensa nacional y tampoco haces nada —me levanto de mi escritorio—. Mañana se cumple un año y catorce días, un maldito mes más y nadie sabe nada, absolutamente nada. La he buscado yo mismo. Pero todo es una mierda, no hay nada —me agarro la cabeza, frustrado. La he buscado como un desquiciado, no duermo, la sueño, a veces creo verla. Pero nada, más de cien personas han llamado en los últimos meses, pero no es ella, se parecen, pero no son Rhea.

—Entiendo cómo te sientes Matías, pero no debemos perder la calma. La voy a regresar y cuando eso pase, espero que la cuides de verdad —lo miro sin decir nada—. El hecho de que este tanto tiempo, implica que tengamos que rendir cuentas.

—¿A quién? No tengo porque hacerlo, si tengo que volcar este país para encontrarla lo hare —por supuesto que lo hare sin importar las consecuencias.

—No puedes hacer eso, ya has pedido demasiados favores...

—Y todos son una completa estafa, ¡no sirven para nada! —me altero—. Un país, es solo un país y resulta que no está por ninguna parte.

—La idea de Adrián es más convincente, probablemente ya no está en el país.

—No me digas estupideces, la antepenúltima ves la descripción más acertada fue que la vieron en las calles de Cuernavaca, las cámaras la vieron, caminando sola, parecía feliz, me puedes explicar ¿cómo demonios, paso algo así? Si se supone que estaba desaparecida, ¿Qué carajo le hicieron a Rhea? —todas las noches veo esa grabación, en donde pasea libremente, entra a una sastrería, después va a un restaurante y ya, se sube a un auto yéndose.

El auto fue reportado como robado, pero me niego a creer lo que Héctor me dijo, Rhea no tendría por qué irse con alguien, ella no haría tal cosa, no sé porque estaba feliz, tampoco se el motivo del porque iba en un auto robado, en ningún momento el conductor se bajó, pero ella sí. No tenía ningún motivo para hacerlo.

Rhea siempre me ha parecido una mujer centrada, inteligente, amorosa, culta, integra. Y sé que no haría algo así, algo más hay aquí, y no solo lo voy a descubrir. Voy a regresarla conmigo.

—Matías... estas pasando la línea —me mira como si no razonara—. No puedes hacer tal cosa, ya conseguimos lo que queremos. Matías entiéndeme —se acerca a mi—, dos agentes especializados la buscaran, toda la defensa nacional ya tiene un registro detallado de cómo es, como se ve, como se vería con el cabello corto, como se vería si usara suplentes, la vamos a encontrar. Y avanzamos a Estados Unido y Europa. La buscaremos en el espacio de ser necesario.

Eso no me tranquiliza, tuvimos que elegir a bastantes agentes de la defensa nacional, pero no es ni la mitad, todo por las estúpidas normas y porque no puedo confiar en cualquiera para traer a Rhea de nuevo a mi lado.

LATTICE. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora