Adrián...
Estoy en la oficina de la casa, ha pasado un mes desde que inicio todo para buscar a Rhea, un mes lleno de estrés. Las ideas se me alteran día con día, pienso en todo lo que Matías ha ayudado, y sobre todo que ha sido más de lo que pensé que era.
No lo juzgue mal, porque realmente no lo estaba juzgando, mi intensión siempre fue clara, no lo quería cerca de mi hija, si, por el simple hecho de que el no niega nada de lo que es, el traería todo los recuerdos a su vida.
Sin embargo, parece que el que trajo todo fui yo, siempre me pregunto ¿Qué hubiera pensado Rhea si le hubiera dicho la verdad? Quizá me hubiera entendido, quizá se hubiera decepcionado de mi o incluso se hubiera odiado por sus orígenes, no se puede cambiar lo antes hecho, intente que tuviera una vida llena de felicidad, sé que no debí someterla a todo lo que vivió, pero era necesario.
Flashback.
—Papito... —llama mi atención—. Ya no quiero correr, me duelen las piernas y mis pies.
—Tienes que hacerlo Rhea —digo firme.
—Es que me duel...
—Sin peros —la interrumpo—. Recuerda que lo hacemos por tu bien. Así a que a correr —la veo acomodarse nuevamente en la marca de salida, lista para escuchar la orden que la haga avanzar—. Ahora...
Sale disparada, sus piernas ponen todo de su parte, trata de controlar su respiración, impulsa sus brazos a la altura y estándar correcto. Rhea, lleva corriendo durante más de cuatro años, desde los cinco. A tal grado que corre un kilómetro en 3.08 minutos. Los cual es excelente, dada a su edad y a su complexión; Pues es pequeña, y solo pesa treinta y ocho kilos.
La veo pasar la meta y me alegra que no baje de su récord. Corro hasta donde esta, al llegar le doy una botella de agua.
—Papi, sé que es por mi bien —dice agitada—, pero de verdad ya no puedo más, estoy cansada y me duele todo.
Pocas veces cedo ante sus peticiones, pero debo admitir que es una niña ejemplar, obediente y muy lista.
—Está bien Rhea, nos iremos a casa temprano —veo la felicidad en su rostro—, pero para dejar que descanses hablaras conmigo en francés, una pequeña conversación.
—Pero pap...
—Nada de peros —la interrumpo—, has estudiado francés por cuatro años, así que ya debes saber manejarlo —agacha su cabeza, como si estuviera apenada, odio ver ese sentimiento en ella, pero Rhea, puede llegar a ser tan fuerte, como ser tan frágil.
—Lo siento padre —se disculpa con pena—, no lo entiendo bien, el inglés me gusta más, y se me facilita —lo sé—. Mamá, siempre canta en inglés.
—Esa no es ninguna justificación Rhea —llamo su atención—, tomas dos clases diarias de francés, así que no me decepciones y cumple con tu obligación de responder a lo que se te enseña.
—Si papá...
Fin del flashback.
Mis lagrimas no se hacen esperar, ese día cuando regresamos a casa, le pedí a Sofia que le preparara un postre, una tarta de queso, pues es su favorita. Mi niña... me suplico que la dejara repasar una hora antes de la conversación, aún recuerdo como hablamos de los postres que nos gustaban, y ella siguió la conversación, como si hubiera nacido en Francia. La hice pasar por tanto y jamás me recrimino por mis acciones, siempre atenta y dispuesta a seguirme el juego.
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LATTICE. (+21)
AcakSEGUNDO LIBRO DE LA TRILOGÍA RIENDAS... --- LATTICE. --- Todos han hecho y visto cosas que imaginaron no llegar a experimentar. Rhea, se encuentra sumida en una realidad que la consume, pero se dará cuenta de que no ha visto nada aun. Un hombre c...