1. ¿Dulce Kookie?

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Mis dedos se mueven rápidamente sobre el teclado, escribiendo una respuesta a la invitación de Tae. Acepto, en parte porque han pasado meses desde la última vez que me quedé a dormir en su casa, pero también por el hecho de que necesito desesperadamente salir de la mía. 

Mamá está en otro frenesí de limpieza, tratando de tener el lugar listo para su reunión del club literario que tendrá mañana. Cuando eché una ojeada al nuevo libro que estaba sobre la mesa, me di cuenta de que su grupo había abandonado los romances de Jane Austen por las sagas porno o novelas eróticas como ella prefiere llamarlas.

Personalmente, prefiero lo real. El porno, aunque sea sexo no es real... Por desgracia.

Uno necesita experimentar para saber si lo disfruta o no y yo puedo decir que es algo que aún no disfruto. Ahora bien, no es como si yo no hubiese tenido varias oportunidades en el pasado de probar, porque si las he tenido.

Han existido varios encuentros en los dormitorios de uno que otro chico, caricias en coches aparcados en la oscuridad y los infaltables ligues de borrachos en alguna fiesta, pero siempre parecen ser escasos minutos de excitación que desaparecen en cuanto las manos contrarias se vuelven temblorosas y los besos babosos. En algún momento todos han acabado luciendo como si no tuvieran ni la menor idea de lo que se puede hacer con otro pene y mucho menos cómo hacer trabajar el propio.

Todos unos adolescentes inexpertos.

Yo no quiero que mi primera vez se sienta como un torpe experimento. Cuando pierda mi virginidad, quiero que sea con un hombre seguro de sí mismo, que entienda otro cuerpo además del suyo y que sepa hacerme sentir bien. Me gustaría que fuese un hombre que no acabe antes de siquiera meterme un dedo.

Puede que esté esperando demasiado y probablemente sea culpa de todo el porno que he visto durante todos estos años de despertar sexual que ha generado grandes expectativas sobre el sexo y en cómo quiero que sea.

Ha pasado un tiempo desde que descubrí la infinidad de información sexual que tenía a tan solo un clic de distancia. Cuando ya los bloqueos parentales no existen y el internet mundial está a tu completa disposición descubres un acceso ilimitado a cualquier tipo de pornografía y es, por ende, inevitable que la mente de un joven adolescente como yo no se llene de imágenes fantasiosas de lo más provocativas, muy difíciles de igualar.

Y si no tuviera internet, tengo a Kim TaeHyung, mi mejor amigo, quien desde que perdió su virginidad con su novio JiMin durante las vacaciones de invierno, ha estado prácticamente insoportable. Porque desde ese día de lo único que él habla es de sexo.

Según Tae, JiMin tiene una polla larga y gruesa y follan como un par de sementales. Resulta difícil no rodar mis ojos cada vez que oigo esos comentarios. Personalmente, no me atraen los chicos lindos y suaves como JiMin, pero eso no impide que esté tremendamente celoso de la relación que tienen o de su vida sexual aparentemente perfecta y satisfactoria.

Me gustaría hacer lo que hacen ellos.

Con un pesado suspiro, reúno toda la ropa que necesito para un fin de semana en la casa Tae y una vez que tengo todo empacado y listo me dirijo rápidamente a su casa. Una casona victoriana recién restaurada que queda a pocas calles de la mía. Cuando llego me sorprendo al ver en el camino de entrada el coche del Sr. Kim, un elegante Mercedes negro, aparcado en el garaje abierto.

Es realmente un acontecimiento de lo más raro que el Sr. Kim esté en casa, de hecho, no me sorprendería que pasará otro año más sin que lo volviera a ver, ya que por su trabajo es muy común que se la pase viajando por todo el país.

Sr. Kim (JinKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora