11. Kookie...

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Puedo imaginar el rostro de Tae con el ceño fruncido y los labios estirados, preguntándose silenciosamente quién es el hombre de espalda ancha que toma mi mano. Vuelve a gritar "¡¿Kookie?!", escuchándose una octava menos convencido que antes.

SeokJin parece estar dispuesto a voltearse y enfrentar la situación, pero yo no estoy listo. No puedo dejarlo ir ahora, cuando esto recién comienza. Me aferro a su mano sabiendo que la salida está a un par de pasos, mas, la eufórica voz de JiMin llamando a Tae me da la oportunidad precisa para tironear de Jin, salir rápidamente de la escuela y perdernos en el exterior.

Cuando subimos al coche ninguno pronuncia palabra y mi teléfono comienza a vibrar sin detenerse. Sin duda es Tae, pero ni siquiera me atrevo a sacarlo del bolsillo porque me aterra la decisión que pueda tomar el señor Kim.

Nos hemos quitado el antifaz y puedo ver la falta de emociones en su rostro. Sin embargo, no es su inexpresión lo que me asusta, es su silencio, las preguntas que se hace y no comparte conmigo, pero que aun así puedo escuchar con claridad.

¿En qué estaba pensando cuando me involucre con este chiquillo?

¿Qué tan arriesgado es estar con él?

¿Vale la pena correr tanto peligro?

De repente quiero regresar a casa porque siento que lo he contaminado todo. Lo que quiero y amo lo he ensuciado y no sé cómo repararlo. Tae sigue llamando y sé que no podré evitarlo por mucho tiempo.

Varios minutos más tarde me doy cuenta de que la escuela quedó muy lejos y que ni siquiera estamos en el interior del coche, sino que, en un hotel lujoso, cruzando el lobby y dirigiéndonos hacía el ascensor. Tampoco soy consciente de en qué momento comencé a llorar y solo me percato de las lágrimas cuando en el interior del elevador el Sr. Kim las seca con el dorso de sus dedos.

Su mirada ahora esta nublada de preocupación e inquietud.

—Lo siento, Kookie. Arruiné tu noche, no debí haber venido —dice con calma, pero sus palabras están cargadas de tristeza y culpa. Escucharlo así me da pena.

—Supongo que es inevitable que Tae nos descubra, solo debe atar los cabos para darse cuenta de lo que estamos haciendo. No ha dejado de llamarme... y a ti tampoco.

Todo el miedo y culpabilidad de estos últimos días comienza a carcomer en mi interior, abrumándome hasta sentir que me estoy asfixiando. Es que sé que este es el final, que aquí se acabó todo, porque el Sr. Kim, sin duda, terminara conmigo.

Y aunque me aterra escuchar lo que él me dirá, necesito hacer la pregunta antes de salir del ascensor, porque ya luego no tendré la fuerza suficiente.

—Se terminó, ¿cierto? —sueno tan pequeño y triste que doy pena. Él deja escapar un suspiro pesado y caliente.

—¿Eso es lo que quieres? —pregunta. Su voz es fría e insensible. Irreal sin una gota de emoción.

—No... yo quiero seguir contigo —jadeo y él alza mi mentón, buscando mi mirada.

—Parece que me embrujaste, Kookie —susurra con dulzura.

Con cariño me envuelve entre sus brazos y acaricia mi espalda de arriba hacia abajo.

—No quiero que acabe —confiesa—. Me gustas más de lo que esperaba. No quiero dejarte ir.

Y su confesión es el detonante para que mi cuerpo otra vez caiga en las llamas y el calor del deseo corra rápido por mis venas, dejándome aún más desesperado y ansioso por sentirlo.

Sr. Kim (JinKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora