ocho.

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—Te decía que me salvaste, Gary.— Arquee una ceja, normalizando ya el color de mis mejillas y el acelerado ritmo de mi corazón. —Ayer cuando volví a mi casa, Ellis me estaba esperando ahí, mis padres lo dejaron entrar porque él y sus padres son buenos amigos de mi familia, pero Ellis estaba a poco de entrar en celo, así que anduvo muy cariñoso cuando me encontraba en mi oficina y al llegar a mi casa lo intentó también.

¡Por eso la marca de labial! Pensé, pero no lo dije, simplemente me quedé admirándolo, esperando que continuara hablando, aún yo no entraba en el tema de conversación así que no veía porque lo había salvado si lo único que hice fue llorar como un cachorro abandonado y dormir en sus brazos.

—Cuando volví a casa, el reconoció tu olor en todo mi cuerpo y ni siquiera quiso acercarse, después simplemente se fue.— Mi rostro seguramente enrojeció de nuevo a causa de las palabras de Marshall. Aunque no me sentía mal, estaba feliz de saber que le quité encima al chico ese y por la sonrisa con la que él venía, me imaginé que también.

—¿A él le gustas?

—No lo sé, supongo que no.— Se encogió de hombros, deteniendo su auto en la entrada de mi Universidad. —Somos amigos desde hace mucho, nuestros padres viven pensando que seríamos una pareja perfecta, imagino que tanta presión hace que el lo considere también.

—¿A hecho cosas como esta antes?

—Sí, muchas veces.— Marshall se acomodó mejor en su asiento, apagando el motor del auto. —Pero no es como que me importe, normalmente lo hace cuando está cerca de su periodo de celo, luego se disculpa. Es un buen amigo si quitas las ganas que tiene de lanzarse en busca de un alfa.

—Creo que es en busca de ti, no de cualquier alfa.

—Me tiene sin cuidado, no estoy interesado en el y mi alfa tampoco.

—¿Y siempre es así? ¿Tu alfa y tú suelen estar de acuerdo con sus gustos?

—Nos llevamos mejor de lo que crees, le entrego mi confianza y él no me decepciona.

Marshall hablaba con una naturalidad increíble, no me imagino que pasaría si le cedo el mando a voluntad a mi omega, seguro para este segundo ya estaría besando los labios de Marshall, o rogándole que me lleve con él, que no quiero apartarme ni un segundo de su lado, que quiero que me...

No, no quiero que me muerda. Nadie me va a morder nunca más, primero muerto.

—Debe ser lindo llevarse tan bien con ese otro lado.— Suspiré, recargándome en el asiento, observando como cada vez la cantidad de personas que llegaban a la Universidad iba aumentando.

—¿Nunca lo has hecho?

—Solo durante el celo, nunca a voluntad.

—Ese otro lado no es malo, Gary.— Su pulgar acarició el dorso de mi mano y solo entonces recordé que aún su mano tomaba la mía, fue increíble, me sentía tan a gusto que casi ni lo consideré. —No es como que tu omega vaya a ir y suicidarse, solo hace lo que tu corazón quiere y no te atreves a hacer por miedo.

—A veces el miedo es bueno, Marshall, me salva de muchas cosas.

—Confía en tu instinto, tu omega por voluntad propia nunca te llevaría a que hagas algo malo.

¿Qué diría Marshall si le dijera que mi omega a voluntad ahora quería besar sus labios más de lo que deseaba siquiera respirar?

Mi cabeza descansaba sobre la carpeta, con mi mano evitando que tenga contacto directo con la madera y permitiéndome disfrutar más del delicioso aroma de Marshall. Era tan patético pero tan necesario ¿Qué diría él si supiera que cada día que nos vemos o que puedo llevarme algo de sus feromonas, las huelo hasta que el olor se haya ido por completo? ¿Se reiría de mí o me pondría como alguna de sus fans? Como ese tal Ellis, el chico era hermoso y no despertaba nada en él, era increíble pero tan triste, si el no podía ¿Qué hacía yo intentando participar en ese juego? Quedaba en último lugar.

𝗧𝗵𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗳𝗲𝗰𝘁 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮 ; gumleeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora