XIV

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NARRADOR OMNICIENTE

Mia se encontraba en su entrenamiento diario, entrena con su bō contra uno de los chicos del lugar, ella no logro dormir en toda la noche, el recuerdo la atormentó y su melancolia al no saber como esta su hermano tambien asi que decidio entrenar y despejar su mente con su deporte favorito.

La chica no ha visto a Pietro en los ultimos dos dias, Harley insiste en que lo busque y hable con el, pero sin embargo ella lo evita de cuelquier forma, River la presiona con el plan, la desesperacion del hombre por destruirlo es grande, y ella se esta canso de eso.

-Señorita, el jefe la nesecita. -avisa un hombre alto.

-Voy.

Deja su bō en el lugar y camina hacia el estudio, su ropa aderida al cuerpo como segunda piel gracias al sudor la desespera.

-¿Me llamaste?

-Mia, sientate.

La menor hace lo que le piden y deja escapar un suspiro.

-Mi intencion no es apresurarte, pero ya son dos años en los que hemos logrado nada. ¿Que pasa Mia?

-Si te inquieta tanto hazlo tu.

-Mia.

-Mira, el es muy obstinado y hasta que yo no lo enfrente el no respondera.

-¿Y por que no lo haces?

-No es el momento.

-Mia, no estas ayudando.

-¡Carajo, todo el maldito trabajo lo hago yo!

-Solo hazlo rapido.

-Bien.

Se levanta dejando caer la silla al suelo, sale sin despedirse y sube para tomar una ducha.

Una vez ya fresca, baja a la cocina y se encuentra con Pietro.

-Oh, hola. -saluda el italiano.

Ella abre la nevera sin responder.

-¿Acaso estas sorda?

Sigue ignorandolo tomando un tazon y el cereal.

-Dios. ¿Cuando vas a hablarme?

Se lleva una cucharada a la boca sin responder.

-Mia.

-Hola Mia.

-Hola Harley.

-Oh vamos. -dice Pietro levantandose para irse.

-¿A donde vas?

-Donde no tenga que soportar el desprecio de Mia.

-Bien.

Mia sigue comiendo, Harley se concemtra en preparar la cena.

-Este viernes lo enfrentare.

-¿Que? -pregunta girando a verla. -¿No es demasiado pronto?

-Lo se. -responde llevando la taza al lavado. -Pero River quiere que me apresure.

-¿Estas lista?

Mia no responde.

-¿Mia?

-No. -murmura.

-Entonces no lo hagas.

-Tengo que.

-Eres terca.

No responde.

-Ire a preparar las cosas para el viernes.

-Claro.

Sale y camina hacia su habitacion, sus recuerdos se hacen de nuevo presentes, las lagrimas recorren su mejilla, no por tristeza, si no por el daño mental que provoco, por la ira que la consume al sentirse estupida por confiar en el.

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