Capítulo X: El Refugio de las Almas

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La espesura del bosque se cernía sobre el grupo mientras avanzaban hacia el Refugio de las Almas. Las sombras se cerraban a su alrededor, y el silencio era asfixiante. La única luz que les guiaba provenía de las Piedras Arkhan que portaban, cuyo brillo destellaba en la penumbra.

ISMOBOT avanzaba a la cabeza, sus sensores explorando el entorno en busca de cualquier signo de peligro. El silencio parecía cargar un susurro de peligro inminente.

Rally rompió el silencio. «Estamos cerca. Maximus debe estar en algún lugar de este sitio. Pero recordemos que Seraphina y la Elite de Valerius están siguiéndonos de cerca. Debemos estar alerta».

Amara asintió con determinación. «Estamos listos, Rally. Nuestros poderes y las Piedras Arkhan son nuestra mayor defensa».

Nilo, con su serenidad inquebrantable, agregó: «Continuemos con cuidado. No sabemos qué desafíos nos esperan en el Refugio de las Almas, pero estamos unidos y preparados».

Malik, con su mirada penetrante, concluyó: «No importa lo que nos depare el destino, lo enfrentaremos juntos. Y encontraremos a Maximus».

El grupo avanzó con determinación, sus pasos resonando en la oscuridad del bosque. A medida que se acercaban al Refugio de las Almas, la tensión en el aire aumentaba, y podían sentir la presencia de algo inquietante que se avecinaba.

De repente, una figura misteriosa emergió de las sombras, bloqueando su camino. Una voz ronca rompió el silencio. «No pasaréis».

Los héroes se prepararon para el enfrentamiento, sus poderes listos y las Piedras Arkhan centelleando. No sabían quién era este nuevo adversario, pero estaban dispuestos a enfrentarlo para llegar a Maximus y descubrir la verdad detrás de su mundo convulso.

La figura en la oscuridad dio un paso adelante, revelando su presencia. Era una mujer con una capa larga y oscura, y sus ojos brillaban con una intensidad que enviaba escalofríos por la espalda de los héroes.

Rally dio un paso al frente, decidido a obtener respuestas. «¿Quién eres y qué estás haciendo aquí? Estamos en una misión importante, y no dejaremos que nadie se interponga en nuestro camino».

La misteriosa mujer sonrió con malicia. «Me llaman Lysandra, y este es mi territorio. Nadie entra en el Refugio de las Almas sin mi permiso. ¿Y qué misión es tan importante como para atreverse a desafiar a la guardiana de este lugar?».

Amara tomó la palabra, con su voz llena de confianza. «Buscamos a Maximus. Necesitamos su ayuda para liberar a nuestro pueblo y detener a Valerius Noctis. No estamos aquí para causar problemas, solo queremos hablar con él».

Lysandra pareció considerarlo por un momento. «Maximus ha estado ausente durante mucho tiempo, pero está en algún lugar dentro del Refugio de las Almas. Pero solo podréis verlo si superáis una prueba».

Nilo frunció el ceño. «¿Qué tipo de prueba?»

La guardiana sonrió de nuevo. «Una prueba de coraje y determinación. Tendréis que enfrentar vuestros miedos y derrotar a las sombras que acechan en este lugar. Si tenéis éxito, os guiaré hasta Maximus».

El grupo intercambió miradas, sabiendo que no tenían otra opción más que aceptar el desafío. «Estamos listos», dijo Rally con determinación.

Lysandra asintió. «Entonces, seguidme». Con un gesto de su mano, creó un pasaje de sombras que los condujo más profundamente el refugio. La oscuridad los envolvió, y la verdadera prueba estaba a punto de comenzar.

***

Al entrar al extrado pasaje, Rally y sus compañeros se encontraron frente a Lysandra. Su mirada penetrante parecía examinar sus almas mientras evaluaba su valía para acceder al lugar sagrado.

«Para llegar a Maximus, deben demostrar que son dignos», dijo Lysandra en un tono enigmático. «El Refugio de las Almas solo se abre a aquellos con coraje y determinación.»

Amara, Nilo, Malik y Rally intercambiaron miradas, preparados para enfrentar cualquier desafío. Lysandra les indicó que debían someterse a una prueba, una que les llevaría a lo más profundo del Refugio. Sin embargo, no les reveló más detalles.

Siguiendo a Lysandra, descendieron por una escalera que parecía llevarlos a las entrañas de la tierra. La penumbra se cernía sobre ellos mientras avanzaban por pasillos estrechos y oscuros. En cada esquina, parecían escuchar susurros y susurros que desafiaban su valentía.

Finalmente, llegaron a una amplia cámara subterránea iluminada por una luz tenue. En el centro, un altar misterioso emanaba una energía reconfortante. Lysandra les indicó que debían acercarse al altar, uno por uno, y enfrentar su propia prueba.

Primero, Amara se adelantó. Se enfrentó a una ilusión de su peor temor: la pérdida de su habilidad para controlar su poder. Luchó con determinación, recordando su propósito y superando su temor. Cuando lo hizo, el altar brilló con una luz suave.

Nilo se aproximó a continuación y fue confrontado por su pasado, por las vidas que había perdido. Sin embargo, se dio cuenta de que su lucha era por un futuro mejor y también superó la prueba.

Malik enfrentó la oscuridad de sus propios miedos y dudas, pero encontró la fuerza para seguir adelante.

Por último, Rally se paró frente al altar. Su prueba estaba relacionada con la misteriosa piedra de zafiro que llevaba consigo, que de alguna manera estaba conectada con su destino. La prueba lo llevó a una visión de un futuro oscuro y desolado, donde la piedra estaba perdida y la esperanza se había desvanecido. Rally luchó con todas sus fuerzas para evitar ese destino, y finalmente, el altar brilló con un resplandor dorado.

Lysandra sonrió, satisfecha. «Habéis demostrado ser dignos. El Refugio de las Almas os ha aceptado.»

El grupo continuó su viaje, adentrándose en las profundidades del Refugio en busca de Maximus, sin darse cuenta de que el enigmático Doctor Evangeline Kessler y su hermano, Draven Kessler, los observaban desde las sombras. Sus intenciones seguían siendo un misterio, pero una cosa era segura: su papel en esta historia estaba lejos de ser revelado.

El Legado de RallyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora