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Narrativa protagonista.

¿Como empezaría?
Si les dijera que puedo convertirme en un gato de seguro dirían que estoy loca, qué necesito internarme.

No, no estoy loca por si lo piensan.

Es raro decirlo así tan fuerte, pero si, puedo convertime en un gato. Una desgracia total.

Una maldición, una maldita maldición qué arruinó mis ganas de dar mi primer beso.

Hay una historia, qué paso de generación en generación en el linaje familiar. "La maldición del gato".

Hace un tiempo atrás, mi taratataratataratataratataratataratataratatara abuela recorría las calles, buscando alimento qué alimentarse a ella y así familia.

Pero, lastimosamente no había ninguna, hasta que encontró a un gato de oro, no podía creerlo, ¿un gato de oro? Debió estar delirando por la falta de alimento.

El gato era doraro, y brillaba como el diamante al sol... Mi abuela pensó que ese era un milagro de Dios, se arrodilló ante el y le rogó el perdón por lo que haría.

El gato solo miraba, lambiendo su pata con desigualdad.
Mi abuela no resistió la tentación y terminó lanzandole una piedra, para luego después ser alimento.

La historia es muy extraña la verdad, porque eso pasó en los tiempos donde todo era guerra.

El gato terminó dándole una maldición, convirtiéndola en un gato, pasando esa maldición de generación en generación.

Pero era como los cuentos de hadas, si dabas el beso la maldición se quitaría.
O bueno, eso era lo que yo pensaba.

Me convertía en un gato si besaba a alguien, y si lo hacía, me convertiría en un gato cuando sea las doce de la noche, y para quitar esa maldición debo de besar a la misma persona que yo anteriormente besé.

Una tontería total, pero para mi era una desgracia, no me gustaba ser un gato, para nada.

Menos un gato blanco de ojos verdes, tan pequeño como rellenito, qué tierno, pero para vivirlo no opinarías lo mismo.

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Miraba a la nada, preguntándome si mi hermano volvería o llegaría nuevamente en la madrugada.

La puerta de la casa se abrió, dejando ver a mi hermano estando serio como siempre, pero nuevamente, siendo acompañado por la misma mujer de siempre, su novia.

——¿Aun no vas a la escuela?—Dijo mi hermano, mirándome con seriedad.

Carraspee, levantándome del asiento, estando ya con mi uniforme escolar.

——Estaba esperándote, dijiste que vendrías temprano así que te esperé para que desayunes junto a mi—Dije, soltando una pequeña sonrisa, estando feliz de que viniera.

El no sonrió, solo asintió levemente, lanzandole una mandarina.

——Ya desayuné, supongo que no desayunaste, desayuna eso que te voy a llevar a la escuela—Dijo, mirándome con seriedad.

Pero nuevamente, volvía a ser el mismo. ¿Es que el nunca sonríe? Bueno, si lo hace cuando esta con su novia, sonríe incluso con la pequeña hermana de su novia, qué es una niña.

Pero conmigo es distinto, parece como que si me odiara. No lo culpo, le debe de estresar y molestar tener que cuidar de su hermana menor.

Mi madre y padre fallecieron en un accidente de tránsito, fue un triste momento, la verdad que si lo fue.

Dejé la mandarina en la mesa, nuevamente el no había recordado qué soy alérgica a las mandarinas.

——Ya estoy lista—Dije, tratando de sonreír y no ponerme triste.

Porque la última vez que lo hice, el terminó regañándome y no viniendo por un mes.

En realidad el ya no vive aquí, me compró un departamento lejos de su casa, supongo para tratar de olvidar un momento a su hermana.

Mi hermano simplemente asintió y salió del departamento junto a su novia, podía notar que ella me veía sería.

——Cariño, recuerda que tenemos que llevar a mi hermanita a su clase de ballet... —Dijo su novia, haciendo un pequeño puchero.

Por favor no, hermano no vuelvas a dejarme como siempre lo haces.

——Myeon-suk, ¿puedes irte caminando?—Dijo mi hermano mirándome con seriedad.

Me sentí intimidada por la mirada de su novia y la mirada de mi hermano, bajé la mirada y asentí.

——Pasaré por ti en la salida, no te vayas y esperame, sé obediente—Dijo mi hermano, sin más le abrió la puerta de co-piloto a su novia, luego el se subió.

Era momento de irme, lo sabia, y así lo hice, camine intentando llegar rápido a la escuela y tratar de olvidarme de todo.

Vivir sola y no hablar con nadie es realmente triste, no tengo a nadie con quien expresarme, quisiera sentirme querida, sentirme amada, sentir que le importo a alguien.

Quisieran una familia, quisiera otro hermano que si me quiera.

Quisiera poder ser feliz.

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Solté un suspiro, estaba en el salón de clases, mirando mi libro de matemáticas, pensando en el maestro Jin Seo-won.

El era diferente a todos mis compañeros, el era diferente a todos los chicos.

——El maestro Jin es tan guapo, le regalaré unos chocolates para que así sepa que soy su pretendiente—Dijo mi compañera Da-eun, sonriendo coquetamente.

Yo voltee a verlas, quienes susurraban mientras soltaban pequeñas risas, hasta que captaron mi mirada, rápidamente voltee mi mirada.

——¿Qué estabas mirándonos? ¿Se te perdió algo, idiota?—Dijo Da-eun, diciéndolo tan fuerte que todos se quedaron en silencio.

Carraspee, pero sin mirarlas hablé.

——Si haces eso el maestro se sentirá acosado—Dije, no mirándolas.

Sentí un golpe en mi espalda, voltee y pude ver que su mochila estaba en el suelo, me había lanzado su mochila.

——¿Y tu que te metes en conversación ajena? ¿Qué no te educaron tus padres? Oh, es verdad, no tienes padres—Dijo lo último en un susurro.

Todos susurraron, pero solo uno se atrevió a hablar.

——No deberías de ser tan grosera, disculpate—Dijo Jyro.

Ellas solo rieron, y se sentaron como si nada hubiera sucedido, todos me miraban con lastima, solo quería desaparecer.

Mi hermano tenía razón, no debería de hablar ni opinar, debería de mantenerme en silencio porque eso es lo único bueno que sé hacer.

El maestro de Matemáticas entró al salón de clases, saludando de manera seria.

Yo solo bajé la mirada tratando de no llorar, siempre era lo mismo.

A Good Day to Be a catDonde viven las historias. Descúbrelo ahora