Entre luces y sombras (los colores del corazón)

Capitulo 4: tormenta y huracanes.

PERSPECTIVA ALASKA.

La cena en casa de los mejores amigos de mi padre y muy buenos amigos de mi madre, fue un evento que había sido planeado con cero anticipación. Los amigos de toda la vida, Peter y Liz. La cena fue una oportunidad perfecta para compartir tiempo de calidad y discutir sobre diversos temas.

Sentados alrededor de la mesa, todos charlaban animadamente, recordando viejas historias y riendo en voz alta. Mientras tanto desde mi mente, estaba absorta en pensamientos, apenas prestando atención a la conversación. No me había pido sacar a Alisha y a Eiden de la cabeza, hasta que perdí mi brazalete. ¿Podría pasarme algo peor? Lo dudo.

Mientras saboreaban la deliciosa comida preparada por Liz, Sam decidió abordar el tema que quizás era uno de los que más me había afectado. –Oye, Alaska, ¿qué has estado pensando últimamente? Sabemos que este año planeabas entrar a la universidad.

Sentí como si un balde de agua fría hubiese caído encima de mi, traté hablar pero las palabras no salieron del todo. –Yo... estaba pensando en que... bueno, pensé en que... –alargaba y tartamudeaba.

Mi madre interrumpió. –Alaska fue la más brillante de su clase al momento de graduarse, tras el accidente hemos decidido los tres que si deseaba tomarse un año de descanso antes de empezar la Universidad podría hacerlo. No queremos que se exponga a algo antes de que ella lo considere correcto.

Mi papá añade. –Además de querer buscar la mejor educación que se adapte a sus necesidades, queremos que tenga la mejor educación pero sobretodo la mejor comodidad para ella.

Me siento en confianza y llena de amor por mis padres, así que, decido hablar. –Sé que tenía planes de estudiar este año, pero con todo lo que ha sucedido, he estado reconsiderando mis decisiones. Es complicado... Especialmente con mi condición visual, quiero estar segura de que la universidad en la que me inscriba no me haga sentir más pesada de lo que me siento. Solo quiero sentirme bien y aún siento que no es mi momento. Lo deseo, deseo ir pero se interpone todo esto por ahora. –digo, respirando profundo y con anhelo.

Liz comenta con entusiasmo. –Entiendo completamente, Alaska. La educación es importante, y debes asegurarte de que tengas el apoyo que necesitas para alcanzar tus propósitos. Eres brillante.

Sonreí como agradecimiento y halague su comida. Desde que tengo uso de razón su comida es un degustación para mi paladar.

Regresé a casa con mis padres después de cenar en casa de los amigos de papá, y mi mente estaba llena de pensamientos e inquietudes. Aquella velada había sido agradable, llena de risas y charlas amigables, pero la realidad de mi situación seguía acechándome.

Inmediatamente, me dirigí a mi computadora para comenzar la búsqueda de universidades que se adaptaran a mi discapacidad visual. Ese era mi sueño y mi pasión: estudiar. Siempre me esforcé en el colegio y obtuve excelentes calificaciones, y tenía un anhelo profundo de continuar mi educación. Sin embargo, la voz en la computadora, que debería haber sido mi aliada, nombraba universidades que estaban a largas horas de viaje de mi ciudad.

La frustración se apoderó de mí. No saber dónde seguir estudiando, después de tantos años de esfuerzo, era desalentador. Me sentía pesada, como si un peso hubiese caído sobre mis hombros. La realidad estaba golpeándome, y deseaba desesperadamente un escudo protector para sobrellevar estos golpes.

Navegar en la computadora como una persona ciega tenía sus desafíos. Con el lector de pantalla, debía navegar por las páginas web, escuchando en voz alta el contenido de cada sitio. Era un proceso lento y minucioso, pero mi determinación superaba cualquier obstáculo. Cada clic de teclado era una señal de mi deseo inquebrantable de no rendirme. Siempre he creído que, cuando se cierra una puerta, una ventana se abre, y estaba decidida a encontrar esa ventana de oportunidad, sin importar cuánto tiempo me llevara.