Prólogo

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Camino con lentitud sintiendo el aire frío y denso recorrer mi cuerpo ocasionando que meta mis manos dentro de la campera gruesa de color negra que llevo puesta.

Gotas pequeñas han comenzado a caer, volviendo al lugar mucho más gris y muerto de lo que ya es, o por lo menos de cómo es para mí. Detengo mis pasos logrando estar al frente de lo que buscaba, e inmediatamente me arrodillo en la fría tierra que hiela mis huesos.

Busco rápidamente en mi mochila las rosas rojas que he traído conmigo y me dispongo a hacer lo que se ha convertido en una especie de ritual desde hace dos años, sólo que ahora el trabajo y el dolor se ha duplicado.

Cuando por fin consigo que el lugar este como ellos lo merecen me dispongo a contarles para que he venido.

— En una hora aproximadamente voy a encontrarme con él ¿saben? — mi voz se escucha ronca por el llanto que estoy tratando con todas mis fuerzas de reprimir — Y lo voy a hacer pagar todo. Absolutamente todo.

Espero una respuesta, una risa contagiosa, un regaño de una chiquilla diciéndome que las personas debemos hacer el bien sin importar que. Sólo que no hay nada. La imagen de dos tumbas es lo único que obtengo como respuesta dándome un último golpe de realidad.

Siento una lágrima caliente recorrerme la mejilla, pero la aparto con brusquedad. No voy a llorar, ya he derramado suficientes lágrimas de sangre para venir a hacerlo ahora que tengo la oportunidad de acabar con quien tanto daño nos ha hecho.

— Román está muy preocupado por mí, y no saben cuánto me duele verlo así, pero esto es inevitable. Todo esto es inevitable.

Me pongo de pie al momento de sentir mi celular vibrar con fuerte insistencia y lo saco para ver de quien se trata.

Román

Violeta por favor contéstame. No hagas esto. 11:03 A.M

Dime dónde estás y voy rápidamente donde sea que estés. 11: 04 A.M

Amor por favor. 11: 04 A.M

Los mensajes siguen llegando por su parte igual que las llamadas que no se detienen ni por parte de él ni por parte de las 4 personas más que marcan con desespero.

Le doy un vistazo al lugar frente a mis ojos mientras me repito que es verdad. Posiblemente esta sea la última vez que pueda observarlos a ellos como espectadora y pase a ser una más de la lista.

Escucho el sonido de una llamada entrante y reconozco el número inmediatamente lo que ocasiona que lo descuelgue con rapidez.

— Edificio G piso 5 apartamento 504 Complejo Arabius. Tienen pago el hospedaje hasta esta noche, así que posiblemente partan a las tantas de la madrugada.

Hago silencio anotando mentalmente la lluvia de información que el hombres tras la línea me está dando.

— Lleva 5 camionetas blindadas con 4 hombres armados hasta los huesos incluida en la que se moviliza él. También acaban de traer una tanda de mujeres con atuendos y velos que según mi informante son prostitutas manejadas por Ángelo.

La voz del teléfono empieza a entremezclarse con el sonido de las sirenas de policía que se escucha realmente muy cerca de mi ubicación.

— Esta bien.

— Violeta — escucho un suspiro después de un largo y duro silencio — Por favor lo que sea que vayas a hacer hazlo con cuidado.

Cuelgo el celular, y noto que la lluvia ha comenzado a caer de manera más fuerte logrando que el suelo del cementerio se vuelva más hosco y lodoso.

— ¡Violeta! — escucho un grito desesperado llamándome — ¡Violet!

Corro con cuidado de no caerme mientras encuentro la cerca que da salida al lugar y la salto con agilidad dándole una última mirada a donde antes me encontraba. Por favor Dios no me abandones.

Cueste lo que cueste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora