"Majestades, su Alteza Real, la princesa Emma, ha vuelto". Exclamó el Chamberlain de la corte. Los reyes, Snow White y James se levantaron del trono real. Ambos no pudieron evitar la sonrisa de alivio, su hija había regresado, estaba con vida.
En el salón, estaban reunidos todos los nobles y simpatizantes, esperaban con júbilo a la salvadora del Reino Blanco. Oro y algunos minerales valiosos eran ofrecidos en aquella ocasión. Por fin habían recuperado una parte de sus tierras, habían destruido a uno de sus tantos enemigos. Los nobles estaban con sus mejores galas. Las muchachas y los jóvenes del Reino estaban ruborizados, verían a su salvadora, a Emma White.
Pero en una esquina, estaba una mujer muy enfadada e impaciente, al lado de un hombre igual de preocupado. Daniel tenía el rostro marcado por la angustia, Emma había estado muy herida cuando le ordenó que volviera a casa, el se rehusó varias veces, pero tuvo que partir, al llegar se había enfrentado a una furiosa joven que exclamaba su descontento.
Y él explicó por qué tenía que hacerlo, Emma necesitaba todo el apoyo que pudiera para el asedio, también le comentó lo herida que estaba y que necesitaba curación mágica probablemente. Ella lo había mirado con un fuego feroz y exclamó tajante que Emma White tenía que estar al borde de la convalecencia por su propio bien, porque de no ser así, ella misma se encargaría de hacerlo.
El solo había sonreído, y asintió con la cabeza sin más.
Y ahora estaban ambos esperándola, él había mandado traer hierbas curativas, un poco de alcohol de la mejor cosecha, y había cancelado todo tipo de práctica barbárica que podría sugerir. También se encargó de guardar armas contundentes de Regina, solo por si acaso.
Las puertas centrales se abrieron con estrépito, vieron a una deshecha rubia cojeando y gimiendo de dolor, siendo sostenida por la teniente. La mandíbula de los reyes, de Daniel y de Regina se tensaron.
Snow y James corrieron a sujetarla, mientras ordenaban a los soldados que la ayudaran a subirse en sus aposentos.
Emma sonrió, había hecho una entrada tan dramática para evitar la pomposidad del recibimiento, pero no contaba con que, claramente creían que estaba tan mal herida que mandarían a Lady Regina a sanarla.
Demonios, preferiría morir antes que estar a solas con ella y ser asesinada por sus manos. La había visto al entrar, y se fijó que ella la miraba con desaprobación. Seguro había deseado fervientemente que no volviera. Veía la riña que le caería encima por haber dejado que Daniel los acompañara, el pobre ya recibió su parte, estaba segura, ahora le tocaba a ella. Hizo una mueca lastimera al pensarlo.
La llevaron a su habitación, y se quedaron a solas sus padres, Regina y ella. Las doncellas empezaron a quitarle la armadura del cuerpo mientras sus padres balbuceaban de lo preocupados que estaban por ella y que había tardado más de lo normal. A Emma no le gustaba a dónde se dirigía esa conversación.
"Fue una buena batalla, sabían cómo luchar" Contestó brevemente.
"Eso está más que claro" Contestó Regina mordazmente mirando sus heridas.
Si eso lo hubiera dicho otra persona, la habrían decapitado, pero por supuesto, Regina podía decir absolutamente cualquier cosa y sus padres solo la alabarian, ellos la apreciaban mucho.
"Lady Regina... Lady Regina..." Dijo saboreando cada palabra. "Solo admita que ha extrañado nuestras peleas"
"Fueron las mejores vacaciones de mi vida, una lástima que hayan concluido tan pronto" Sus padres sonrieron, nunca entendieron por qué no se llevaban bien, solo sabían que Emma era... difícil y que Regina era la única que podía arremeter contra ella.
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Eternal Curse {Swanqueen}
FanfictionEmma Swan buscará romper su maldición, sin importar que ella misma... pueda hundirse en su propia oscuridad.