3. HASTA PRONTO.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - 2 Samuel 3
14 Después de esto envió David mensajeros a Is-boset hijo de Saúl, diciendo: Restitúyeme mi mujer Mical, la cual desposé conmigo por cien prepucios de filisteos.


—haz lo que quieras —respondo restandole importancia.

Aunque a decir verdad, quiero oír el violín.

Deimond no me contesta nada, simplemente se termina de tomar su aromática, pone el posillo en la pequeña mesa que hay al lado de la cama y hace lo mismo con el mío.

Luego se acerca a mi y me atrae hacia él rodeandome con sus brazos.

—¿Que haces? —pregunto tratando de hacer resistencia.

—dijiste que hiciera lo que quiera —responde.

—eres un oportunista.

—por ti soy lo que sea.

Me aparto de él y procuro hacerme lo más lejos posible, no puedo darme el lujo de caer en sus encantos, si eso pasa estoy perdida.

—esta bien —le digo —toca el violín, pero hazlo en el sofá del frente.

«Entre más lejos, mejor».

Él me mira divertido.

—¿No soportas tenerme cerca verdad?.

No respondo a su pregunta.

—eso es porque todavía me sigues amando y si todavía me sigues amando, es porque estamos destinados a ser felices los dos —responde a su propia pregunta.

Ojalá fuera como él lo dice, pero mi niña es primero que todo, no permitiré que Fares me la arrebate por su culpa.

Aún así, considerando que ya estoy aquí, me daré el lujo de disfrutar, aunque solo sea hoy.

—si tu lo dices —le contesto.

—no es porque yo lo diga mi Linda —me mira de manera única y especial —es porque es así.

—¿Por qué pareces tan seguro? —le preguntó.

—porque lo siento aquí —toma mi mano y se la lleva al corazón.

Este late rápidamente.

—¿Sabes por qué late así? —pregunta.

—es porque tienes problemas de corazón —río.

Él niega con la cabeza.

—es porque tú estás aquí. —responde.

Acerca su mano y acaricia mi mejilla lentamente, su cálido toque hace que mi piel se erice y que mi respiración se aceleré.

—me alegra que aún sepas sonreír de manera genuina —me dice.

Inmediatamente borro la sonrisa que tengo en mis labios.

Sin darme cuenta había estado sonriendo.

Deimond tiene razón, hace mucho que no sonrío con sinceridad, pero hoy lo he hecho con él.

—no hagas las cosas más difíciles —le digo apartando su mano de mi mejilla —dejalo ir.

—no —dice mirandome fijamente —no lo dejaré ir, porque tú me perteneces, así como yo te pertenezco a ti.

Pone su mano en mi nuca de manera ágil sin darme tiempo a reaccionar, o tal vez no quise reaccionar.

Me atrae a él y siento que mi corazón va a salirse.

—¿Sientes lo mismo que yo siento verdad?. —pregunta.

Soy incapaz de mirarlo a los ojos ya que si lo hago, caeré rendida a sus pies, más de lo que ya estoy.

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