Martes :|

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Al otro día... fue el mismo día de un tal Walt Smith como yo, con la diferencia de llamarse martes solamente. Nada cambió. La misma rutina, temperatura, ganas, caras, todo igual nada diferente, solo el almuerzo: unos fideos tirabuzón con dos huevos cocidos y la cena solo una taza de café con galletas, aunque luego me dieron ganas de rematar con una botella de cerveza que me alegró un poco el día gris rutinario, pero no, tenía que ser responsable, al día siguiente sería miércoles recién, debía de proteger mi trabajo por más aburrido que sea, dado que era lo que me mantenía y traía comida a mi mesa.

Antes de dormir me encontré una película vieja, no me gusto para nada luego de verla unos minutos, era demasiado romántica para mi gusto y a mí el romance no me gusta en lo más mínimo, así que apagué el televisor furioso y fui a dormirme. Mierda, odio el romance ¿Por qué lo odio? Uff bueno...

Diez años atrás...

Nicole era la chica más linda del salón y yo un tal Walt, bueno al menos no era tan feo creo, (¿creo?), además todos sabían que ella me gustaba, menos ella por suerte, ¿a quién no le iba gustar ella además? Era hermosa, rubia, curvilínea, de ojos verdes llamativos, siempre vestida de moda, suertuda de una tez bronceada a la perfección.

Sería el día, si sería el día en que me animaría y la invitaría a salir.

La vi pasar enfrente mío y quedé enamorado al instante con su belleza, en esta oportunidad no me iba a quedar como otro tonto más y la iba a invitar a salir. Lo hice y que paso... lo que era obvio para muchos excepto para mí: ella se burló de mí en mi cara frente a todos humillándome de una manera cruel que jamás olvidaría. Desde aquella vez me di cuenta de que las más lindas y populares son de cabeza hueca y cero sentimientos de empatía hacia los demás. Ese fue uno de muchos otros episodios más de una novela patética de decepciones amorosas a lo largo de mi vida. Fueron las que me hicieron aborrecer al romance, lo detestó, ¡LO DETESTÓ! y eso que no cuento lo que fue mi divorcio, esa es una historia que ni siquiera quisiera recordar. Si Cupido existiera de verdad le dispararía, o mejor, lo acribillaría a tiros por tantas falsas esperanzas que me dio. Falsas esperanzas durante varios años, aunque hoy en día gracias al destino el amor no volvió a tocar mi puerta, ya hace dos años, y si la tocará sé que sería volver a irse, así como vino.

Un consejo que siempre le doy a uno de mis sobrinos es que por nada del mundo jamás se casé, que el matrimonio es una mentira de mierda y que jamás se enamore. Mi sobrino, en cambio por ser joven solo se ríe de la seriedad con que le digo todo aquello, no sabe lo que le espera si no escucha mis consejos, al menos mantiene el secreto entre nosotros y nunca le dijo a su madre (mi hermana) jamás nada de todo lo que le suelo advertir sobre el matrimonio y el amor.

El amor es como un cáncer: tarde o temprano se ve si es benigno o maligno. Algunos son miedosos y ni se hacen las pruebas, se les diría ciegos ante la posible muerte. Es un tumor de sentimientos imaginarios que no se ven, solo se sienten, casi como la fantasía. Es raro que hasta en la ciencia se cree en el amor. Eso sí que hoy día hay mujeres que dicen «no soy superficial» o «no me importa el dinero», es una mentira muy barata, la usan para jugar como les de la regalada gana con las emociones de muchos hombres de bien con menos recursos que los dotados de buen físico o dinero.

El Infierno De Los SuicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora