El Tenango y La Minga

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Iban pasando los días, los Diablos se preparaban, confeccionaban sus trajes, repasaban la danza, mejoraban sus máscaras, los músicos cada vez tocaban mejor, el zapateado cada día tenía más fuerza, Jesús estaba contento pues su amigo de la niñez, Erik, sería la Minga, quien funge en la danza como La Madre de los Diablos.

— ¿Estas emocionado, Jesús? Te noto nervioso— Erik es alto, de cuerpo y cara rellenos, algunos describirían su fuerza como "sobrehumana", en su niñez sus padres solían llamarlo cariñosamente "El árbol negro" por esta gran cualidad, sin embargo lo que tiene de fuerte lo tiene de bondadoso y humilde, jamás lo verías presumiendo ni haciendo alarde, todo lo contrario, confeccionó sus prendas de Minga con respeto y cuidado, no contuvo las lágrimas de alegría cuando su abuela le regaló la muñeca con la que danzaría el Día de Muertos, además era bromista y alegre, muy conectado con su lado femenino y tampoco tenía miedo a demostrarlo.

—Estoy ansioso, Erik, no me mal entiendas— Dijo el futuro cumpleañero con tono preocupado- Me siento muy contento y orgulloso de la danza de este año, además cumplo 20, mi abuelo me decía que a esta edad se refleja el poder del Tenango, la verdad no sé cómo supo que lo sería algún día— Jesús, además de ser muy serio y callado, se preocupaba demasiado, a veces se lo atribuía a todas las expectativas que tenían de él y otras, al carácter que heredó de su abuelo, aunque no lo pudo tratar mucho tiempo, constantemente le mencionaron que así era Don Cosme.

—Todos han hablado de eso alguna vez— le dijo Erik entre risas —mis papás se alegraron mucho cuando supieron que somos amigos, me decían que cuidara tu amistad pues me convendría tener un amigo con poder— Dijo con tono burlón, a pesar de lo que se decía de Jesús, a Erik jamás le pudo importar menos si su amigo era poderoso o no, simplemente le caía bien y con el tiempo le tomó mucho aprecio, sabía que era mutuo y eso era lo único que importaba.

—Sí, la verdad, yo no esperaría demasiado de un muchacho que sólo tiene el peso de una... "profecía" sin haber demostrado nada anteriormente, tú, por ejemplo, tienes esa gran fuerza, has rescatado a mucha gente, ayudas a construir desde que tenemos doce, yo nunca he manifestado ninguna clase de poder— se quejó.

—No te subestimes, amigo, eres mucho más inteligente que todos los jóvenes de nuestra generación, incluyéndome, recuerda que cuando ayudé a rescatar personas después del terremoto tú habías tenido una sensación extraña con anterioridad, para mí, ese es tu poder manifestándose— le animó cariñosamente y todo era verdad, Erik también era muy respetado en Llano Grande pues su gran fuerza había rescatado alguna vez a toda la población al cargar grandes cantidades de agua durante semanas para que las cosechas no se perdieran, Jesús era su más grande admirador.

Ambos compartieron una mirada de complicidad y guardaron sus trajes, Jesús sólo llevaba su máscara, nuca la dejaba en ningún lado, la guardó en su estuche y salieron a cenar algo.

La Tercera RaízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora