Poder Ancestral

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Camino a la cocina de Doña Tania, los amigos conversaban y reían, la Luna estaba en creciente, los ojos de Jesús brillaban más de lo normal.

—En cuanto lleguemos voy a devorar, estos últimos días he sentido demasiada hambre después de cada ensayo, ¿Tú no? — no encontró a su amigo, la calle por dónde iban caminando era la misma, pero se veía diferente.

— ¡Erik! — Gritó Jesús con desesperación, pero no encontró ni escuchó nada.

Revisó sus alrededores, las calles, nubes, casas, todo se veía igual a excepción de que un brillo como el de sus ojos yacía hacia donde mirara, no había gente, corrió unas cuadras y cuando cayó en cuenta, el joven se encontró frente a las puertas del panteón, estaba completamente solo, comenzó a sentir como su corazón se aceleraba, escuchó un siseo, lo pudo comparar con el sonido que hace el cabello echo de crin de caballo de las máscaras de diablo, se sintió asustado, no entendía que hacía en aquel lugar, la sensación que tenía desde hace días se intensificó.

Pudo escuchar claramente la voz de su abuelo, en medio del siseo, en medio del miedo.

—¡Tu máscara, hijo, ponte la máscara! — ¿Será? No lo podía creer, pero Jesús sacó su diablo del estuche y lo colocó sobre su rostro.

El entorno cambió y el tiempo también, vio a través de su máscara, miró alrededor, cada palabra y lección de su abuelo y del zapateado tuvo sentido, ahí mismo en el cementerio es que había un grupo de gente claramente reunida de manera clandestina, la intuición del muchacho le indicó que eran sus antepasados, los esclavos reunidos en ritual a Ruja para pedirle su libertad, los vio zapatear descalzos, con su ropa de trabajo y rostros descubiertos, pero también presenció cuando en cada hombre que ejecutaba la danza se manifestó una luz alrededor de sus caras, tenían cuernos, orejas grandes y barbas largas, las personas que no estaban bailando miraban con concentración, estaban danzando en sintonía, las personas no se veían poseídos sino acompañados, Jesús supo que no era el único que los veía.

—Ese momento, hijo, fue Ruja otorgándonos el poder de La Danza de Los Diablos— los ojos del joven se llenaron de lágrimas.

—¡Abuelo! —Jesús chilló y lo quiso abrazar, sin embargo, por su condición de fantasma, no lo logró, soltó una risa apenada y eso no era algo particular de Jesús —Abuelo, te he extrañado mucho—

—Siempre estoy contigo, hijo, has crecido mucho en cuerpo y corazón, eres un hombre digno de ser llamado Tenango— sonrió —ahora ven, quiero que veamos juntos el desenlace de este pedacito de nuestra importante historia— caminaron juntos a otro punto del cementerio, fue ahí donde comenzó todo.

Capataces españoles emboscaron la danza, eran más que los negros y ellos corrieron por sus vidas, pero en vano, los alcanzaron y golpearon impetuosamente con sus látigos hasta desangrarlos, también golpearon a las mujeres, las violaron y asesinaron, a algunos les dispararon, arrojaban a los bebés al suelo y luego pisaban sus cabezas. Jesús gritaba en desesperación e impotencia, lloró casi como si el dolor físico de sus antepasados le llegara directo a él, era bastante consciente del pasado y de la brutalidad que tuvieron que aguantar, pero otra cosa era verlo con sus propios ojos y sentirlo en su propia piel.

—Abuelo ¿Qué es esto? ¿Por qué? — Casi no podía respirar por el llanto que le causaba tal escena.

—La colonización, hijo, durante siglos la gente de nuestro color de piel hemos sido vistos como objetos, inferiores, hemos sido segregados, asesinados, perdimos nuestros nombres y nos impusieron los de ellos, pero aquí lo importante es que pudimos reconstruir y resistir por quienes somos— explicó con calma, pero se notaba el enojo y tristeza en su voz.

—Abuelo...—

—Nos han intentado extinguir por mucho tiempo, ¡Pero nuestra fuerza es el miedo nos tienen! — Gritó Don Cosme con ira en su alma y lágrimas en sus ojos.

Los cadáveres de los esclavos comenzaron a moverse, el brillo de la Luna tocó a cada uno de los cuerpos, siluetas luminosas se levantaban, los movimientos de sus pies eran homogéneos, el polvo volaba al ritmo del bote, la charrasca y la armónica.

Los diablos comenzaron a cazar vengando sus almas, las de sus padres y las de sus abuelos, el poder de Ruja y las danzas ofrecidas se hicieron presentes en esa tormenta que buscaba nivelar la balanza.

—Jesús, es momento, unámonos a la danza— Mandó el abuelo, el chico se acercó a sus antepasados, lo recibieron como si siempre hubieran zapateado juntos, hacían retumbar la tierra, fuerza emanaba de sus pies, lágrimas brillantes de sus ojos y danzaron juntos en la lucha por su libertad.

La Luna y la naturaleza estaban con los diablos, atravesaron y disolvieron los cuerpos de los españoles, quienes los habían tratado como si no fueran personas y vencieron, los diablos vencieron. Al terminar la danza el chico pudo ver a los seres luminosos junto con los sobrevivientes juntos, pero más importante, libres.

Los fantasmas de sus antepasados miraron con orgullo a Jesús, Don Cosme se les unió.

—Mi querido nieto, es hora de volver, estaremos aquí contigo hasta el día que te nos unas en este plano— y así el brillo que les daba forma a los fantasmas regresó a la Luna.

Quitó su máscara y como si no hubiera pasado el tiempo, Erik lo miraba fijamente y agitaba su mano frente a los ojos de su amigo.

—¡Jesús! Ya regresa, ¿Qué te pasa, a qué dimensión te fuiste?—

El chico lo miró, sonrió y regresó la mirada al cielo —Nada, Erik, vamos a cenar—

Llegó pronto el 2 de noviembre, Día de Muertos y el cumpleaños número 20 de Jesús. Todo Santiago Llano Grande estaba reunido para celebrar y presenciar La Danza de Los Diablos, el cementerio estaba precioso, lleno de familias, colores, comida tradicional, flores de cempasúchil y papel picado. El ritmo era perfecto, el zapateado también y Jesús lidereó como Tenango, Erik, La Minga giraba grácilmente y compartían risas, quizá algún día le contaría su experiencia.

Todos los Diablos, fantasmas y vivos zapatearon juntos... Lo que Jesús ignoraba era que este solo era el origen de una misión mucho más grande.

La Tercera RaízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora