Todo mi cuerpo se eriza al encontrarme con aquella mirada gris. Mentiría al decir que no he pensado en el, en sus labios carnosos y sus calientes caricias pero es más el dolor y el pesar que siento en mi corazón de que el lo sabía todo y aún así no me había dicho nada.
Que se acercó a mi aún sabiendo todo lo que pasé, pero nunca dijo nada. Que me utilizó a su antojo como una cualquiera debido a la necesidad que tenía en ese momento.
Subo con Heil en brazos los escalones del porche para entrar a casa, ignorándolo deliberadamente cuando siento su cuerpo moverse y sus cálidos dedos sostener mi brazo haciendo que me detenga.
Solo nos miramos, una lucha de miradas mientras espero que retire sus dedos mi cuerpo pero no lo hace.
—No toques extraño—dice mi bebé recordando todas las veces que le he repetido que no debe acercarse o dejarse tocar de ningún extraño.
Ella le mira molesta pero curiosa de que yo no le haya dicho nada sobre su acercamiento hacia nosotras, pero por más que quiero no puedo, es como si su cálida piel fuera un imán de encaje perfecto al mío.
—Merlin, tenemos que hablar— dice esta vez, con voz ronca y autoritaria. No es una pregunta, pero a mi no me importa lo que aquella persona requiera.
—tu y yo no tenemos nada que hablar Alek. No se como caraj— me retracto al pensar en la palabra que diría en presencia de mi hija— no sé cómo nos has encontrado, pero te pido que por favor te regreses por donde viniste y te pierdas de mi vista.
Mi voz suena más molesta de lo que creí, apoyo los pies de mi hija al suelo y con la mano libre que me queda quito la mano de Alek de mi muñeca ya que aún se sostiene de ella. Al retirar su mano la falta de su contacto es presente en mi sistema y me reprocho sentirme tan atraída hacia el aún estando tan dolida y molesta.
—solo déjame aclararte las cosas por favor, solo dame unos minutos— Alek mantiene su posición segura frente a mi, y mi hija continúa con su vista molesta hacia el pero no dice nada.
—5 minutos y van contando— le digo mientas tomo la mano de Heil y me dirijo a la puerta de la entrada con las llaves.
—¿amigo de mami?—me pregunta Heil y le asiento, solo para que no se quede preocupada.
Al entrar a la casa la llevo a su habitación para que se entretenga con sus juguetes mientras que Alek y yo hablamos. Ella, muy obediente se queda haciendo lo que le pido.
—vuelvo en un momento— le aseguro y ella continúa con sus juguetes.
Camino a pasos lentos hacia la sala de estar, tengo los nervios a flor de piel y mientras más avanzo, más nerviosa me siento.
Me encuentro con aquel hombre observando los grandes ventanales de la acogedora cabaña, observa todo con detenimiento y yo me permito observarle con el mismo pero a él. Hacia tanto tiempo que no le veía, que aun estando tan molesta y decepcionada no paraba de pensarle. Pero han pasado tantas cosas de las que no se si podría algún día perdonar.
Al sentir mi presencia en el lugar se voltea inmediatamente e intenta aserrarse a mi, pero mi mirada molesta rápidamente le detiene y con hombros bajos da un paso atrás.
Si bien mi hogar no es enorme, es cómodo, bonito y cuenta con el espacio suficiente como para sentirse agobiado. Tiene amplias paredes de madera de pino, dos cuartos, un baño, la cocina y una pequeña sala de estar en la cual hay una chimenea en el centro. Hasta solo he amoblado la habitación que estoy compartiendo con heil y la cocina, en la sala de estar solo hay un gran sofá que ya estaba aquí cuando vinimos.
—Merlin quisiera que me escuches, por favor.
—te escucho, ya te dije que tienes 5 minutos, aprovéchalos —le señalo el único sofá que se encuentra en la estancia. —Puedes tomar asiento.
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Nuestro amigo (+18)
RomanceSegunda parte de "el amigo de un amigo". Llegamos a casa encontrándonos con todos esos sentimientos que creímos o que, mejor dicho, creí haber dejado atrás. Pero es que nunca se deja todo atrás, siempre habrá espacio para que te atrape la oscuridad.