Mantenemos la misma posición por varios minutos en los que simplemente nos dedicamos a ver a las niñas jugar y de vez en cuando me permito observar las facciones de Alek y es que es imposible no hacerlo. Aparto la mirada cuando siento que he estado mucho tiempo en ello y por el rabillo del ojo le veo arrugar el ceño.
—¿que tanto me miras? —me toma por sorpresa y siento mis mejillas enrojecer.
—nada— me apresuro a responder y le veo enarcar una ceja pero no dice nada.
Pocas horas después la madre de la niña que hasta ahora no había visto, se va con su hija y rato después, nosotros también. En estas horas no hemos hablado la gran cosa y es que el único tema que tenemos pendiente, no estoy seguro de que el quiera abundar. Ya en casa con nosotras, se sienta en el sofá en lo que le doy un baño a Heil.
La cena pasa tranquila y aunque heil siente mucha curiosidad con Alex y no deja de parlotear al estar a su lado, en esta ocasión está cansada de tanto jugar y la cena se mantiene un tanto silenciosa con su pequeño par de ojos sobre nosotros. No pasa mucho tiempo después de comer para que me pida ir a acostarle, así que nos encaminamos al baño para lavar sus dientes y pueda descansar.
Al regresar me encuentro con Alek sosteniendo un porta retratos con una foto de nosotras, la única en casa, de hecho, no suelo tomarme muchas fotos, luego de tantas cosas ya no me siento tan cómoda conmigo misma, aunque en esa toma reconozco que salgo muy hermosa, estaba tan feliz con mi bebé en brazos, ella con a penas unos 5 meses de haber nacido y mostraba una enorme sonrisa con a penas el rastro la hinchazón indicadora de que pronto le saldría un diente.
Mi rostro permanece sereno mientras me acerco a él, que no ha soltado la foto, al contrario, permanece con ella en las manos aún cuando mi ceño se frunce ante su robo. Cuando me encuentro frente a él, toma un mechón de mi cabello y mirando fijamente mis ojos lo pasa por detrás de mi oreja.
—te veías muy feliz aquí—levanta el porta retratos y con la otra levanta mi barbilla, asiento por inercia.
Pero lo hago solo porque sé que es verdad, estoy segura de que es la foto en la que mi felicidad fue tan real y pura. Sentía que mi bebé estaba creciendo tan rápido y que cuidaba de ella muy bien, nunca antes me había sentido tan responsable y cómoda a la vez, era cómo si el nacimiento de Heil fuese justo lo que necesitaba. Recuerdo la cara de Mike al verme sonreír tan sincero después de tantos meses y apresurarse a sacarme una foto con su cámara fotográfica.
Caigo en cuenta del rumbo en el que han caído mis pensamientos... Mike... y es que he evitado tanto pensar en el porque cada vez que pasa por mi cabeza siento un remolino de emociones dentro de mi que no sé ni qué pensar.
Ira, tristeza, rabia... miedo.
Siento la mano tibia que aún no se iba de mi barbilla, levantarla, aún me mira fijamente a los ojos, esta vez quién lleva el ceño fruncido es el pero no es hasta que siento algo cálido deslizarse por mi mejilla que mi ceño también se frunce.
No quiero llorar. No voy a llorar.
—Ven —dice luego de retirar suavemente el rastro de humedad de mi mejilla.
Deja el portarretratos justo donde estaba y toma mi mano para luego guiarme al pequeño sofá de la sala de estar. Se acuesta de espaldas aún sosteniendo mi mano y tira de ella indicándome que me eche sobre él y con cuidado de no proporcionarle algún golpe, me acomodo poco a poco sobre su cuerpo. El aprovecha y mete una de sus manos por mi blusa acariciando mi espalda suavemente y su otra mano descansa en mi cabello, yo por mi parte aprovecho para acomodarme un poco más y entierro mi cara en su cuello, aspirando el olor de su colonia y jabón corporal, coloco una pierna por su cadera y el enlaza la otra con la suya. Suspiro hondo mientras siento mi cuerpo relajarse con sus caricias y poco a poco lagrimas solitarias se deslizan nuevamente por mis mejillas humedeciendo su cuello. No dice nada y se lo agradezco.
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Nuestro amigo (+18)
RomanceSegunda parte de "el amigo de un amigo". Llegamos a casa encontrándonos con todos esos sentimientos que creímos o que, mejor dicho, creí haber dejado atrás. Pero es que nunca se deja todo atrás, siempre habrá espacio para que te atrape la oscuridad.