En un mundo lejano y desolado, un ser solitario y etéreo se deslizaba silenciosamente entre los destellos de luz que se filtraban entre las ramas retorcidas de un bosque sombrío. Este ser, conocido solo como Alma, vagaba en busca de una conexión que parecía esquiva, como una sombra que se desvanece al menor intento de agarrarla.
Alma recordaba vívidamente la sensación de rechazo y abandono que había experimentado en su vida anterior. Como si llevara consigo el peso de una melodía olvidada, recitaba en susurros las palabras que resonaban en su interior:
"Bebé, realmente me dolió", murmuró Alma, recordando un dolor profundo que se deslizaba entre las grietas de su ser. "Llorando en el taxi, no quiere conocerme", continuó, sintiendo la amargura de la indiferencia anidando en su alma solitaria.
En su travesía por el oscuro laberinto de su existencia, Alma tropezó con una presencia enigmática, una figura etérea de belleza indescriptible. Esta entidad, conocida como Sombra, se convirtió en la única compañía que Alma había conocido en eones. Juntos, tejieron una danza cautivadora, una sinfonía de luces y sombras entrelazadas en un abrazo eterno.
Pero incluso la Sombra, con su fascinante misterio, no podía llenar el vacío que se enredaba en lo más profundo de Alma. Como una brasa ardiente, Alma se aferró desesperadamente a la Sombra, solo para sentirse consumida por la oscuridad que emanaba.
"Dicen: Eres un poco demasiado para mí", susurró Alma con un eco triste, recordando la sensación de ser demasiado intensa, demasiado compleja para aquellos que intentaban comprenderla. "Soy un juguete que la gente disfruta", reflexionó amargamente, sintiendo el peso de su existencia convertida en entretenimiento efímero para los demás.
Alma y la Sombra se enredaron en un baile enloquecido, un torbellino de emociones y anhelos que se retorcían sin rumbo fijo. Sin embargo, con el pasar del tiempo, Alma comenzó a sentir cómo la Sombra se desvanecía lentamente, como la luz del atardecer que se desvanece en el horizonte.
En un último susurro de despedida, Alma entonó las palabras con un toque de resignación y aceptación: "Me van a ver desaparecer en el Sol. Todos vosotros vais a verme desaparecer en el Sol". Y así, Alma se desvaneció en la oscuridad del ocaso, dejando atrás un eco melancólico de su búsqueda interminable por un anhelo que nunca pudo alcanzar.
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Alma
SpiritualEn el cuento, Alma representa la búsqueda humana de conexión y significado en un mundo marcado por la soledad espiritual. Su encuentro con la Sombra simboliza la fascinación temporal y efímera que proporciona el escape de la realidad, pero también l...