𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑻𝒓𝒆𝒔: 𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓 𝑰

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Adrien volvió dos días después con los gemelos, tenían el mismo cabello rubio y recortado a los lados, los mismos ojos azules, la misma estatura e incluso la misma forma de caminar. Podían ser diferenciados por la voz y porque uno de ellos tenía un lunar en la mejilla que el otro no, pero más allá de eso eran literalmente un espejo.

Ambos sabían hablar francés e inglés con total facilidad por lo que su presencia a la hora de que eligieran los caballos no fue necesaria. Prácticamente fue como un adorno en medio de la oficina de Harry mientras los gemelos y Adrien leían la documentación de los caballos. La transacción se haría recién el próximo miércoles si los animales se adaptaban a sus nuevos dueños con normalidad, los caballos purasangre no eran tan fáciles de domar en comparación con otros, y ambos jinetes eran conscientes de ello por lo que no se opusieron al periodo de adaptación.

Adrien no se vio muy feliz al saber que debía quedarse en Kansas por una semana más, pero al parecer la idea de dejar un maletín repleto de dinero en manos de los gemelos no era buena idea. Louis no tenía idea de por qué pero no preguntaría al respecto, tenía la sensación de que Harry y Alex de todas formas tampoco podrían darle una respuesta.

—No tenía idea de que tenían hoteles —dijo mientras caminaban hacia el comedor. Alex a su lado se rió suavemente.

—No son hoteles. Los mandó a construir mi bisabuelo cuando estaba a cargo de la granja. Son más bien apartamentos, aquí trabaja mucha gente que necesita de un lugar cercano donde quedarse, además también están quienes vienen por la equitación. —Se encogió de hombros—. Son útiles, para todos, conducir desde el pueblo hasta aquí se vuelve tedioso después de un tiempo.

—Eso...es realmente agradable.

—Lo es, aunque son edificios muy viejos. Harry mandó a remodelarlos recientemente.

—Hm. —Cuando llegaron al comedor, la mesa ya estaba puesta pero aún no había nadie—. ¿Cuánto tiempo duran los entrenamientos? —preguntó curioso.

—Depende del tipo, entre seis meses a un año. —Louis palideció.

—¿U-Un año? Los gemelos no se quedarán tanto tiempo, ¿o sí?

—Por supuesto que no. —Se rio—. Ellos solo vienen a reforzar lo que ya saben.

Louis suspiró para sus adentros, antes muerto que pasar un año o más de seis meses en Kansas. De por sí ya le era complicado lidiar con haber sido atrapado por los engaños de Ares. Extrañaba su trabajo, su cama, a sus amigos y los pequeños pero preciosos momentos como sentarse a escuchar música mientras esperaba las puestas de sol en Illinois; había aprendido a amar ese lugar con mucho esfuerzo y el solo pensar en pasar más de tres meses alejado de allí le revolvía el estómago.

El resto de su día se basó en estar en su habitación observando a través de la ventana a los caballos a la distancia, y en ser parte de los juegos que Fedra inventaba. Anne estaba la mitad del tiempo con su nieta y la otra mitad encargándose de la parte administrativa de la granja, aunque Harry también fuera quien tomaba gran parte de ese trabajo, ella era como el sustento de todo, o al menos era lo que le había dicho.

Al parecer ni siquiera su hijo mayor era capaz de mantener absolutamente todo en orden. Pero tenía sentido, la granja y el rancho implicaban mucha responsabilidad de la cual una sola persona no podía hacerse cargo. Había constantes negocios, cosas que debían repararse, cosas que debían construirse, asuntos que debían resolverse a todas horas. Louis lo sabía a ciencia cierta puesto que en Illinois era exactamente de aquella manera.

Heaven's On Fire, Burn With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora