Los susurros de un demonio.

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Una niña de mirada curiosa observa como los demás corretean de un lado para otro, mientras ella permanece sentada en los escalones de la entrada principal. Tan solo tiene una amiga, aunque le parece suficiente. Le parece suficiente porque el solo tener una ya le cansa, con sus enfados tontos y todas esas cosas que le manda hacer. No sabe porque pero todas las semanas tienen problemas, y ella siempre la que va detrás para intentar arreglar las cosas. Tiene miedo, tiene miedo de perderla y ni si quiera se da cuenta. Lo que si ve es como solo ella se esfuerza por no dejar que su amistad se desvanezca, pero tampoco piensa mucho en ello.

Hay que entrar en clase, Vivian no quiere. Siente una punzada en el corazón y le cuesta respirar. No lo entiende, no entiende porque le pasan todas estas cosas. Intenta disimular su estado de pánico, odia llamar la atención. Unos ojos color caramelo la miran con malicia desde la otra punta de la clase. Susurros en el oído cuando pasa por su lado. A Vivian se le entremezclan sus pensamientos con risas ajenas. La voz de un niño le dice que deje de ser tan patética mientras una sonrisa siniestra se asoma por su rostro. Vivian quiere llorar pero no puede, no puede porque él le recordara que es lo único que sabe hacer, lo único para lo que sirve. Nadie hace nada, nadie da un paso. Su amiga no la mira a ella, porque le gusta el niño que se asemeja al diablo.

Vivian ha crecido. Su mirada rehúye a la de todo ser humano. En su interior tan solo hay un inmenso vacío. Todo lo que es ella está roto en pedacitos y se ve incapaz de recolectarlos y recuperarse a sí misma. No sabe querer y miente constantemente. Esta confusa la mayor parte del tiempo y desea dejar todo atrás. Sobre todo su pupitre y a quien se encuentra delante. Ni si quiera puede mirar su espalda sin que su corazón se encoja del miedo. Quiere dejar de sentirse así, quiere plantarle cara y mostrarle en lo que la ha convertido por culpa de sus ignorantes palabras. Pero no se atreve, mirarle a los ojos es algo que la hace temblar. Prefiere permanecer callada hasta que sea la hora de dejar aquel lugar. Y entonces podrá curarse e incluso quererse. Lo está intentando pero allí no funciona, recordando memorias día tras día solo consigue colocar esa meta fuera de su alcance. Y se dice que si aún sigue allí, ya es un paso. Tiene a gente que la quiere, y lo sabe. Sabe que la quieren muchísimo y ven cosas en ella que desde su punto de vista son inexistentes. Le gustaría verse con esos ojos, de verdad que le gustaría pero no puede. Alguien le dijo una vez que había una frase que le recordaba a ella. Desde entonces se suele aferrar a la pizca de esperanza que esa frase le transmite.

"Su alma estará ennegrecida pero en su corazón aún hay esperanza."

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VivianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora