cinco

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El anillo de obsidiana relucía en el anular de su diestra de una manera envidiable. Se habían casado hace tan solo un par de meses y Jake no podía estar más feliz, era propiedad oficial del demonio ahora, su esposo y rey consorte del infierno.

Delineó con calma los belfos delgados de su demonio con su índice antes de introducir dos dedos a esa boquita que lo volvía loco. Sunghoon lo miraba directo a sus orbes ámbar mientras se dedicaba a chupar sus falanges. La lujuria brotaba a montones de sus ojos y es que, el demonio había estado insaciable a medida que su barriguita crecía, aunque tampoco era que eso le molestara al ángel.

—¿Mi bebé quiere que lo folle? —preguntó. Sunghoon asintió de inmediato y se aferró al borde del trono de Jake. Estaba arrodillado ante este y su plan inicial había sido hacerle un oral, pero aquello sonaba mucho mejor —. ¿Duro o suave?

El demonio gimió de anticipación.

—Duro. Contra mi trono, por favor.

Lloriqueó. Su miembro punzaba y ya sentía su entrada bien húmeda. Estaba caliente en demasía y aquello no disminuía al tener al responsable de su lujuria al frente suyo oteándolo con sus ojos ensombrecidos.

Jake sonrió, el demonio había tomado su mismo gusto después de todo.

Le encantaba tanto.

Lo ayudó a incorporarse, pues no podía olvidarse de que su precioso esposo ya tenía cuatro meses de embarazo, casi cinco y el ángel no podría estar más orgulloso y ansioso por conocer a sus bebés. Se le inflaba el pecho de orgullo al recordar que todo el infierno sabía quién había sido el responsable de dejar en estado al imponente rey.

Dejó toda su delicadeza atrás para empujarlo contra la estructura de obsidiana. Sunghoon apenas y pudo sostenerse de los reposabrazos antes de sentir una fuerte palmada de parte de Jake sobre su trasero. Jadeó complacido, siendo aquello una luz verde para el ángel. Asestó otro golpe y otro más, hasta que la piel pálida se vio enrojecida y caliente por los impactos, satisfaciéndolo por la imagen provocada. Sonrió y sin demorarse más, se deshizo de la parte inferior de su ropa, algo se rasgó en los pantalones de seda oscuros aunque poco le importó debido al desenfreno, era un poco bruto en esos momentos.

Presionó su cadera con sus dedos y se enterró en el demonio de una sola estocada, metiendo todo su miembro hasta el final. Sunghoon abrió su boca y sus garras se enterraron en los pequeños detalles acolchados del trono.

Empezó un duro vaivén, sin darle tiempo al demonio de acostumbrarse a la intromisión. Sunghoon empezó a balbucear incoherencias, quizás diciendo lo bueno que eso era. El pálido le había explicado lo mucho que le gustaba que fuera despiadado en el sexo y el ángel, obediente como siempre, lo había complacido cada que le pedía ser duro.

Llevó su diestra a los cabellos blancos del demonio, enredando entre dedos las hebras y arrancándole un agudo gemido cuando tiró de estas para hacerlo enderezarse, le mostró su cuello a Sunghoon y él, sabiendo bien lo que su ángel quería, acercó sus colmillos hasta enterrarlos en su preciosa piel morena. Jake jadeó al sentir el familiar veneno recorrerlo. Jamás se cansaría de que Sunghoon lo reclamara como suyo.

falling • jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora