cap 1.

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La veo tan linda, incluso cuando no hace nada... se ve genial. La ayudé desde las sombras, gracias a mí y a su fuerza de voluntad, ella es quien es ahora.

Una de las más admiradas de la académica... claro, me encargué de que así sea, porque antes era una chica rara para los demás, una excluida del grupo social.

—Venti, ¿hoy hay práctica de ajedrez, vienes? —preguntó Heizou, tocando suavemente el hombro de su amigo que estaba distraído.

—Claro, déjame ir por mis cosas, enseguida te alcanzo allá.—Caminó hacia el salón 15 en busca de sus cosas.

Mientras guardaba, escucho murmullos por parte de sus compañeros.

—¿Escuchaste que _____ está saliendo con Kaeya?—susurró un joven de cabello negro.

—¿En serio? Increíble, el capitán de nuestro club de fútbol. Le voy a decir a ____ que lo convenza para que me ponga de capitán un día.—susurró un chico de cabello castaño.

Venti fingía estar hablando por teléfono mientras anotaba algo en su cuaderno de ciencias.

—Entiendo, Tartaglia. Sí, ya anoté los materiales para el proyecto. —habló venti al teléfono.

Los chicos lo vieron y lo saludaron, lo invitaron a ir al cine. Venti, con una dulce sonrisa, se excusó de tener un proyecto pendiente.

—Siempre tan responsable, te admiro por la dedicación que le pones a los estudios —dijo el chico de cabello castaño.

—Si se te ofrece algo, dinos. Somos todo oídos. —dijo el pelinegro.

Venti asintió con una sonrisa, se puso su mochila y, antes de irse, se giró y preguntó algo tímido.

—Llevo unas semanas aquí y aún no me aprendo los pasillos de la academia, jajaja. ¿Podrían decirme dónde queda la sala de computación?

Los chicos se rieron y le indicaron: segundo pasillo, a la derecha, en una puerta que tenía el número 32.

Venti les agredece y se marcha.

—¿Heizou? —habló Venti por llamada.—¿Te acuerdas que la semana pasada me sangró la nariz? Sí, pues está volviendo a pasarme y no podré ir contigo... lo lamento, ¿crees que me siga sangrando si voy contigo? —preguntó con voz baja el chico mientras tocaba su nariz.

—¡No! Mejor ve a casa, no quiero que te pase nada, Venti. Sabía que tenías una salud delicada y te expuse, lo lamento, amigo.

Venti tranquilizó a Heizou diciéndole que no era grave y que podía ir, pero Heizou no aceptó y le dijo que se quedara en casa. Llamaría a su casa más tarde para preguntar si ya había llegado, y si su madre le decía que no, se las vería con él.

—Bien, bien, iré a casa, pero no grites. Hasta mañana, Heizou —se despidió y colgó la llamada.—Tiene corazón de pollo. Qué sensible, jajaja. Ahora, ¿dónde está el veneno para ratas?

Dejo sus cosas en una silla, prendió una computadora y se puso a buscar los efectos del veneno para rata y que tan mortal podía ser.

Paso unos minutos y se escucho el timbre, cambio de hora, venti salió y se encontró con los alumnos que les tocaba computación, los saludo incluso converso con ellos, luego, bajo hacia el campo a ver los deportes.

—Ahora estos dulces están combinados con veneno, los dejaré en la mesa donde hay más postres y bocaditos.—pensó venti, miro a todos lados nadie miraba, se acercó y disimuladamente dejó los dulces.

Luego volvio a las gradas, de reojo vio a sus compañeros llegar, van a apoyar a kaeya para que gane su equipo.

—Cariño te deseo mucha suerte.—dijo ___ y le dio un beso en la mejilla a kaeya.

Mi obsesión por ti: La muerte como destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora