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4: Time out

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Le expliqué a Yeji todo lo que había ocurrido dentro de la sala mientras que ella no estaba. Su expresión de shock rápidamente se convirtió en preocupación y en sus ojos se notaba lo arrepentida que estaba de haberme dejado sola. Mi voz estaba apunto de quebrarse por el miedo del recuerdo, una sensación tan horrible que me causó escalofríos solo de explicar.

Los brazos de mi mayor se envolvieron a mi alrededor ni bien terminé de contarle mi anécdota, ella hizo que recueste mi cabeza sobre su hombro, sus dedos trazaron los mechones de mi cabello mientras me consolaba —Lo siento mucho _______, no debí de dejarte sola, esto es mi culpa, en verdad lo siento mucho— Murmuró con un tono de voz bajo, apretando el abrazo para hacerme sentir todo el remordimiento en ella.

Yo, recostada sobre su hombro, negué con mi cabeza pues esto no era su culpa —No te disculpes Yeji, esto no fue tu culpa. De todas formas no volveré a esa sala otra vez— Expliqué mientras que mis ojos se clavaban en el suelo y mi mente proponía ideas para nunca volver a pisar esa sala otra vez.

Sus ojos se abrieron con gran sorpresa solo de escuchar mis palabras, se alejó un poco del abrazo y agachó su cabeza para conectar nuestras miradas. Sus ojos aún tenían un destello de desesperación disimulada mientras que buscaba las palabras correctas con las cuales hablar —¿A qué te refieres con eso? ¿Renunciarás?— Preguntó ella con sus ojos bien abiertos y casi temblando, sus manos aferrándose a mis brazos como si en cualquier momento yo pudiera desaparecer.

Al principio asentí con mi cabeza, pero luego de un rato decidí explicarme mejor —No exactamente, le diré a Lia que me de otro puesto por aquí. No puedo volver a verla a los ojos a Ryujin— Mi tono fue claro y seguro. Si Ryujin hizo eso una vez, entonces puede hacerlo dos veces, y no quiero arriesgarme a que eso pase.

Yeji pareció algo incómoda luego de soltar mis brazos y sus uñas comenzaron a rascar su propia piel con nervios, su mirada divagando por el suelo y las paredes del baño pensando en qué decir —______, te comprendo perfectamente y estoy feliz de que si te vas de allí, tu vida será mucho más tranquila pero... ¿Eso no significa que no nos vamos a volver a ver, verdad?— De repente su voz se tornó más baja y temblorosa, sus ojos infantiles caían nerviosa y tristemente sobre el suelo.

No puedo evitar decir que me pareció totalmente adorable ese lado preocupado de ella, cómo se entristecía solo con la idea de que no volvamos a hablar otra vez. Y eso que ni siquiera ha pasado un día desde que comenzamos a hablar. Con una dulce sonrisa estirándose en mis labios le respondí —Claro que no, tontita. En todos los descansos iré a hablar contigo— Posicioné uno de mis dedos bajo su mentón y levanté un poco su cabeza para hacer que me mirara a los ojos, haciéndole saber que entre nosotras nada cambiaría.

Sus agudos ojos con un brillo precioso se iluminaron y conectaron directamente con los míos, mientras que mi sonrisa se contagiaba en ella y provocaba que una dulce risita pequeña se escapara de entre sus dientes. —Que alivio, en ese caso puedes ir— Dijo ella sin dejar el contacto visual, sus manos moviéndose nerviosamente como intentando tomar las mías pero sin hacerlo por timidez.

Dejé salir la misma risa que ella, para luego acercarme solo unos pocos pasos. Debido a la diferencia de altura, tuve que estirarme un poco para poder dejar un beso adorable sobre su mejilla. —¡Adiós, Yeji!— Me despedí de ella dándome media vuelta y regalándole una de mi mejores sonrisas, me alejé agitando una de mis manos en el aire en forma de despedida y finalmente salí del baño.

Aunque alcancé a notar como ella se paralizó por completo en el momento que mis labios tocaron la piel de su mejilla, cómo el lugar donde tocaron fue el primero en tornarse de color rojo y se fue extendiendo por toda su cara. Y ella se mantuvo en su lugar sin decir nada, con ojos sorprendidos y una expresión perdida mientras me observaba alejándome de ella hasta que nuestras miradas se desconectaron por completo.