Eran las ocho de la mañana cuando el despertador del móvil de Payton comenzó a sonar. Aún medio dormida, lo cogió, lo apagó y volvió a dejarlo en la mesilla sin levantarse de la cama. Tenía una semana muy estresante por delante, le quedaban los últimos exámenes, la graduación, el papeleo para la universidad y la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga Emily que le tocaba organizar esa misma noche, pero lo que más rondaba por su cabeza en ese instante era la pesadilla que acababa de tener relacionada con esa misma fiesta.
-¡Payton! ¿Quieres bajar ya a desayunar? Que se te va a hacer tarde -gritó su madre desde la cocina mientras ella seguía sumergida en sus pensamientos, lo que hizo que mirase el reloj y se exaltase, y se preparase en tiempo récord.
Vestida de una manera sencilla con unos pantalones cortos vaqueros, una camisa lencera negra y una camisa de cuadros, bajó corriendo las escaleras para llegar a la cocina.
¡Buenos días! -saludó a sus padres sentándose rápidamente en la mesa y después, comenzó a engullir las tortitas que le había preparado su madre para desayunar.
-Algún día te vas a atragantar -comentó su madre al verla desayunar de esa manera mientras negaba con la cabeza.
-Primero me dices que me de prisa, y ahora que desayune con calma, no hay quien te entienda.
-Lo que tendrías que haber hecho es levantarte antes para no andar deprisa y corriendo, que siempre estás igual.
-¡Pero si ya sabes que Emily siempre viene tarde a buscarme! No hay día que venga menos de quince minutos tarde, por eso sé que tengo tiempo.
-Pues por eso mismo, si ella ya llega tarde, no la hagas tú esperar más tiempo.
-Que sí, que sí...- susurró entre dientes queriendo terminar el tema de conversación. No aguantaba discutir con su madre pues siempre le estaba llevando la contraria en todo lo que hacía.
Terminando de desayunar, tocaron a la puerta. Ella sabía perfectamente que era Emily, su mejor amiga desde la guardería, la misma que cumplía sus dieciocho años. Cuando fue a abrirle la puerta, se abalanzó sobre ella, estrujándola entre sus brazos.
-¡Felicidades, vieja! Cuidado ahora con acosar a los bomberos, que te pueden meter en la cárcel.
-Serás idiota...-contestó ella correspondiendo al abrazo mientras reían a carcajadas. Emily era la típica chica a la que le volvían loca los chicos con uniforme-. Anda, venga, pilla las cosas y vámonos.
Payton se dirigió a por sus cosas, se despidió de sus padres y las dos se encaminaron hacia el instituto.
A mitad de camino, se encontraron con Lilith, otra de sus mejores amigas. Lilith era una chica pija, alta, de pelo rubio oxigenado completamente liso. Su mayor hobbie era criticar a los demás pero aún así, era muy buena amiga tanto para Emily como para Payton.
-¡Chicas! ¿A que no sabéis qué? -preguntó Lilith con su voz repipi dirigiéndose corriendo torpemente con los tacones hacia donde estaban sus dos amigas-. Bueno, en realidad dos cosas, la primera es que ya he encontrado pijama para esta noche, me ha costado mucho porque mi madre no me quería comprar ninguno y ya me estaba desesperando pensando que tenía que llevar algo de la temporada pasada y...
-¡Lilith! ¡Al grano!- la interrumpieron las dos a la vez.
-¡Ay! Joe...nunca me dejáis a hablar de mis dilemas.
-Es que tus dilemas siempre están relacionados con que tu madre no te compra ropa suficiente - intervino Emily poniendo los ojos en blanco -. Bueno, ¿Cuál es la segunda cosa?
-¡Eso es mentira! -exclamó Lilith un poco ofendida- pero bueno, no quiero discutir. El caso es que he soñado una cosa rarísima, estábamos mi novio y yo tumbados en el sofá de su casa haciendo ya sabéis qué, cuando de repente, pestañeé y el sofá se convirtió en el césped del parque del centro con todo el mundo mirando y yo, muerta de la vergüenza, claro.

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Entre la sangre y la magia
FantasiaPayton Beckett, era una chica aparentemente normal a pesar de tener la locura como filosofía de vida. Tenía todo lo que desea una chica de su edad: Popularidad, amistad, buenas notas, incluso los chicos se peleaban por ella, hasta que un día su vida...