2. Vino en la alfombra

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El dolor de cabeza que obtuvo Kiki a penas se despertó de madrugada fue inmenso, sintió como si el dolor no fuese a parar. Cuando se intento levantar de su cama el dolor punzante provoco que se mareara, por lo mismo volvió a recostarse un rato. Fue ahí que se percato de unas vendas alrededor de su sien. Cada que tocaba un lugar en especifico le dolía.

No tenia muchos recuerdos de anoche, solo que se encontraba bebiendo un vino y un par de almendras.

Ah, y el sueño extraño donde Ran le pedía pasar la noche en su pent-house junto al resto de sus ejecutivos.

Que sueño raro.

La pelinegra de mechones blancos decidió recostarse un rato mas y descansar, el dolor en su cabeza no iba a irse y ella quería dormir plácidamente un poco mas.

— ¡Kiki-sama! —la puerta de su habitación se abrió de golpe, provocando que la de ojos blancos se incorporara manoteando el arma en su mesa de luz. Grande fue su sorpresa cuando se percato que esta no estaba ahí.— Que bueno que despertaste. —Ran se acerco rápidamente a ella con una sonrisa resplandeciente.

— ¿Y mi arma? —pregunto viendo a todos lados de su habitación, Ran soltó un suspiro mientras se sentaba al borde de la cama donde Kiki estaba sentada.

— Ooh, Sanzu te la quito, al igual que todas las demás armas de tu casa, lo siento tanto por eso Kiki-sama. —dijo apenado mientras sonreía. La pelinegra lo miro con resentimiento.

Que lastima que no fue un sueño, mierda.

— ¿Como estas del golpe Kiki? —le pregunto el mayor de los Haitani, acercándose para revisar sus vendas.

— Bien, aunque me duele la cabeza. ¿Que paso anoche? —pregunto un tanto aturdida al intentar recordar. Ran se percato de aquello y sonrió un poco complacido.

— Cuando subimos a tu pent-house Sanzu te tomo desprevenida y te rompió una botella de vino en la cabeza.

Desgraciado.

Kiki hizo una mueca.

— ¿Donde esta-...? —Kiki no pudo decir nada a causa del beso que Ran le dio, uno demasiado desesperado para su gusto. La pelinegra intento separarlo con empujones, pero de a poco el de ojos lilas la tomo de las muñecas para retenerla y comenzar a acostarla en la cama.

— Shhh, relajate Kiki... —susurro en su oido seductoramente, a lo que la pelinegra aprovecho para levantar una de sus piernas y pegarle en la entrepierna con mucha fuerza. Ran pego un gruñido de dolor pero intento seguir reteniendo a la pelinegra en la cama, pero fue entonces que intercambiaron papeles de un momento a otro. 

Ran lucho con mucha fuerza para quitarse a Kiki de encima, pero la mas baja era astuta, y en menos de 6 movimientos lo tuvo debajo de ella con una filosa navaja en su cuello, presionando con fuerza pero no lo suficiente para querer cortar... aún.

— Que sea la ultima vez que me pones una mano encima, ¿te queda claro Haitani? —hablo con frialdad mientras lo miraba fijamente.

— Oh vamos Kiki, se bien que quieres, déjate llev-... —un puñetazo contra su nariz hizo que se callara de la nada, sintió la sangre bajar hasta sus labios. La mano de Kiki lo tomo del cuello con firmeza, provocando que el de ojos lilas la mirara con rabia y con la sangre hirviendo, aun sintiendo aquella navaja profundizando peligrosamente en la zona de su vena mas importante.— Hija de puta, como te atreves a-...

¿Te quedo claro? —volvió a preguntar con cólera la fémina.

— ¿Te quedo claro? —volvió a preguntar con cólera la fémina

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