|•~𝐂𝐎𝐑𝐏𝐒𝐄 𝐁𝐑𝐈𝐃𝐄 - Un corazón que late,
¿acaso es posible eso para alguien que
dejó de respirar hace tiempo?
{ HISTORIA FINALIZADA }
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{ Adaptación de la película de Tim Burton }
{ En Cas...
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20 𝖣𝖤 𝖮𝖢𝖳𝖴𝖡𝖱𝖤 𝖣𝖤 1853
𝐓𝐇𝐎𝐌𝐀𝐒:
Durante años mis padres me dijeron que me casaría mediante un acuerdo, que tendría que adaptarme a convivir con cierta persona sin haber llegado a tener sentimientos por ella.
Un parte dentro de mi creía en haber una posibilidad en encontrar el amor verdadero.
Todo eso se esfumo con aquella noticia por parte de mis padres, me casaría. Un casamiento que ayudaría a mi familia a subir un escalón más en la sociedad. Para ellos fue fácil, tuvieron la dicha de enamorarse.
Mi familia tenía un negocio de pescadería, la más reconocida en el pueblo lo que ayudaba a incrementar nuestra economía. Pero mi madre siempre fue ambiciosa y no quería vivir así para siempre.
Terminé de dibujar aquella hermosa mariposa, contemplé el dibujo con una sonrisa para luego alzar el vidrio y dejar a la mariposa ser libre saliendo por la ventana de mi habitación.
-Thomas, apresúrate, vamos a llegar tarde. – La voz de mi madre interrumpió la tranquilidad.
Con los nerviosa y la tristeza de como seria mi vida a partir de ahora, me dirigí al carruaje.
-Recuerda cabeza arriba, nada de movimientos torpes y siempre seguro de ti. Esta es nuestra oportunidad de vivir mejor no podemos desaprovecharla. – Advirtió mi madre con seriedad mientras se abanicaba.
-Si madre.
Una vez dentro de aquella mansión lo anfitriones se encontraban en las escaleras. No había que ser despistado para ver como nos miraban con desprecio.
Pero eso a mi madre poco le importó y decidió ignorarlo. Las dos parejas se dirigieron al salón del ala oeste mientras yo me quedaba en la entrada observando aquel lugar.
Me fijé en un piano y a paso lento comencé a caminar a él. Como si no fiera consciente de mis actos me senté y comencé a tocar una de las melodías que mejor sabia sumergiéndome en la música.
Noté una presencia a un lado mío, al girarme me encontré a una joven de mi edad, de un salto me levanté tirando la banqueta y por poco un pequeño jarrón que había en el piano.
-Discúlpeme – Dije avergonzado.
-Toca usted muy bien. – La dama mantenia sus brazos detrás de ella.
