tres.

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El restaurante italiano que había elegido Doyoung gritaba lujo por todas partes, Jaehyun se sintió un poco fuera de lugar ya que difícilmente su vestimenta de profesor de primaria encajaba con lo que la mayoría de las personas ahí estaban vistiendo, sin embargo se ordenó a sí mismo ignorar aquello y permitirse disfrutar de la cita improvisada que estaba teniendo.

Apenas esa mañana estaba rogándole al cielo por una oportunidad con el atractivo padre de su alumna y ahora el universo le mostraba que era su favorito al concederle el favor.

"Ja, y decían que manifestar no sirve de nada."

— ¿Qué te gustaría pedir? —le había preguntado Doyoung luego de ojear un poco el menú.

— Uh... Creo que...

Sí, lo admitía, estaba teniendo un momento difícil para leer el menú puesto que todo estaba en italiano y él sabía poco y nada sobre el idioma. Por supuesto no quería que el pelinegro lo notara pero era demasiado tarde ya, Doyoung ya había visto su rostro desconcertado al abrir la carta.

Pero lejos de encontrar aquella conducta vergonzosa o desagradable Doyoung pensaba que era algo adorable, sobretodo porque Jaehyun estaba tratando de mantenerse inexpresivo pero su rostro parecía fallarle ya que era como un libro abierto; demasiado sencillo de leer.

— Puedo recomendarte algo si quieres. —ofreció Doyoung, la diversión filtrándose fácilmente en su tono.

Con las mejillas ardiendo y la escasa dignidad completamente magullada Jaehyun asintió, aceptando cualquier cosa que Doyoung quisiera recomendarle.

En cuanto apareció el muchacho que tomaría su orden el castaño no pudo evitar sorprenderse al notar que éste no era coreano, y una rápida mirada alrededor le bastó para confirmar que ninguna persona ahí –además de los comensales– era coreana o asiática siquiera.

Sabiendo eso casi no le tomó por sorpresa cuando a la hora de ordenar Doyoung hizo gala de su perfecto conocimiento de aquel idioma, hablando con una naturalidad propia de un nativo, incluso su pronunciación era impecable ya que no se notaba para nada su acento.

Jamás lo diría en voz alta –quizás porque sería incómodo e inadecuado– pero aquello le pareció supremamente caliente.

El cómo hacía rodar las "r" y las "t" en su lengua sin ninguna dificultad y las sílabas que pronunciaba se escuchaban demasiado sensuales para solo tratarse de pastas y bebidas estaba por matarlo, realmente podría morir ahí con solo escuchar a Doyoung hablar. 

Como una mala jugada su cerebro se mantenía repitiéndole que era ese hombre el mismo que había escrito su canción favorita, aquella que de inocente no tenía una sílaba, y que, por si fuera poco, era probable que existiera una versión de aquella canción interpretada por Doyoung. Con eso en mente no pudo evitar notar que de pronto se sentía demasiado tímido alrededor del hombre, ¿y cómo no? Si apenas lo conocía y ya estaba fantaseando con él como un adolescente descontrolado.

— Hey, ¿estás bien? —la voz de Doyoung lo hizo volver a la realidad.

Su mirada levemente preocupada no tenía derecho a hacerle derretir, pero lo hizo.

Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para mostrarle una sonrisa creíble al mayor.

— Sí, de maravilla. —se aclaró la garganta con incomodidad, debía cambiar de tema rápidamente si no quería volver el ambiente pesado— ¿Dónde aprendió italiano? Lo habla muy bien.

Notando lo que Jaehyun trataba de hacer el pelinegro decidió seguirle la corriente para no incomodarlo.

— Primero que nada, puedes tutearme, me hace sentir un anciano escucharte hablarme de usted. —comentó con gracia— Y sobre lo otro, la familia de mi madre es italiana, viví allá por bastante tiempo así que no tuve más opción que aprender el idioma.

profe jae ; jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora