Potentes rugidos se escuchan en el aire, hay mucha niebla, por lo que casi no se tiene visibilidad de qué es lo que hace ese estruendoso ruido.
Vemos a tres personas corriendo e intentando esconderse entre los escombros de lo que antes solía ser una gran ciudad, ahora abandonada y totalmente destruida.
Los tres individuos que corrían por el lugar encontraron un escondite debajo de unas ruinas que logran tener la forma de una cueva.
Se quedan ahí un momento, mientras escuchan cómo descienden las alas del gigantesco y poderoso Goltoc, el exiliado de la Legión de los dragones.
Goltoc: ¿¡Dónde estás!? Tienes algo que me pertenece.
No hay respuesta, los dos caballeros y la guerrera permanecen callados.
Goltoc levanta una de las grandes rocas del suelo y la avienta con mucha fuerza cerca de dónde se escondían, lo único que hicieron fue taparse la cara con el brazo para evitar el polvo y las pequeñas piedras.
Goltoc: Tienes suerte de que ahora no tenga mi aliento de fuego, ¡pero te lo advierto! Cuando te vuelva a ver, conocerás un destino peor que los que son quemados vivos... Te herviré vivo, para que te quede bien claro.
Con los corazones palpitando, los caballeros deciden no mostrarse.
Goltoc: ¡Bien! ya que no quieres salir, nos veremos después. ¡Hasta pronto! Lord Altorón, que de "Lord" no tienes nada y de valiente tampoco, ¡COBARDE!
El dragón da un rugido monstruoso que hace retumbar la tierra, extiende las alas y se retira. Los guerreros salen del escondite. Ermir comienza a reírse a carcajadas, conteniendo un poco la risa para no hacer mucho ruido.
Ermir: Te llamó cobarde, y le diste la razón al no enfrentarte.
Altorón: Tiene suerte que le haya arrojado la lanza de Saclón en el cuello, a la próxima le daré en el corazón, ya verás. Sólo déjame conseguir otra lanza poderosa, dame tiempo. Además, (Altorón saca de su bolsillo aquello a lo que el dragón le acusó de robarle) le arranqué una de sus asquerosas uñas, la bruja del reino me dijo que esto me podría ayudar a potenciar una de las lanzas que busquemos.
Ermir voltea a ver a la guerrera con la que escaparon de la mazmorra.
Ermir: ¿Te encuentras bien?
Natalia pone una cara de enojo.
Natalia: ¿Quieren ir al reino? Pues regresemos allá, de todos modos, ya me arruinaron mi aventura.
Ermir: Sólo queríamos ayudarte.
Natalia: Son unos idiotas para el sigilo. Yo tenía todo bajo control y ustedes lo echaron a perder todo.
Altorón: Pero te iba a matar.
Natalia: ¡Ya cállense!
Natalia comienza a caminar hacia el reino, los caballeros sólo se voltean a ver y Ermir se encoge de hombros, después de esto deciden acompañarla en silencio.
Al llegar al castillo del reino, Ermir se dirige con el rey y se separa de los dos guerreros, mientras que Altorón y Natalia continúan por un largo pasillo hasta que ella se detiene en la habitación de la princesa Naomi, la mujer que Altorón amaba, aunque ella no sentía lo mismo por él. Natalia voltea a ver a Altorón antes de cerrar la puerta y nota en su expresión una mirada seria que demostraba superioridad. El caballero sólo agachó la cabeza y continuó caminando por el pasillo hasta llegar a la librería donde se encontraba la bruja leyendo y realizando sus hechizos.
Altorón: Disculpe, lamento interrumpirla señorita Helina, pero he regresado, y traje lo que me pidió.
Helina voltea a verlo.
Helina: ¿Tienes la uña del dragón? Perfecto, me servirá de maravilla para mis próximos trabajos y tendrás el potenciador de lanzas que te prometí.
Helina toma la uña de dragón de la mano de Altorón, y mientras la ve preparando el producto, Altorón comienza a conversar con ella.
Altorón: Oye Helina, he tenido algunas preguntas, probablemente tu las puedas entender mejor, pero... ¿por qué las chicas se comportan tan extraño?
Helina *pensando un momento en la respuesta*: ¿Te refieres a, por qué se comportan de tal forma contigo y Ermir? Dos de los conocidos caballeros del reino, creo saber a lo que te refieres. Tenemos y hemos tenido muchos valientes guerreros que no le temen enfrentarse a las bestias más amenazantes de todas las tierras conocidas y desconocidas. Pero eso no te asegura ser amado, por más que ames y protejas a las personas que quieres, no están obligados a hacer y sentir lo mismo por ti, ¿lo entiendes?
Altorón *agachando la cabeza*: Si, creo que lo entiendo.
Helina: Está bien, sentirte triste por eso es normal, pero no tienes que dejar que esa tristeza te consuma, en algún momento tienes que levantarte y seguir siendo el mismo guerrero valiente que tanto te encanta ser. Por más armadura que tengas, tus sentimientos no tienen la misma protección que te gustaría tener, y está bien, eso es lo que te hace ser tú.
Altorón voltea a verla y da una ligera sonrisa.
Helina: Escucha, ¿quieres un consejo?: La próxima vez que salgas a una de tus aventuras, no busques rescatar a la princesa, concéntrate en matar al dragón. Ahora toma lo que me pediste, recuerda, viértelo en una de las lanzas poderosas y con esto podrás atravesar la piel de quince dragones acorazados.
Helina toma un frasco de vidrio para colocar el potenciador de lanzas y dárselo a Altorón.
Altorón: Muchísimas gracias por todo, de verdad.
Altorón sale de la librería para dirigirse con Ermir, y así ambos salen del reino en busca de la gruta subterránea dónde se encontraba la poderosa lanza de Iriemna.
Después de luchar contra cientos de criaturas que custodiaban el lugar, Ermir y Altorón por fin logran ver la lanza dorada enterrada en el cuerpo de un ogro convertido en piedra, sacarla de ahí no sería fácil.
Mientras Altorón hacía el intento de sacar la lanza, comenzaron a hablar Ermir y él.
Ermir: Fue muy extraño lo que pasó con aquella chica.
Altorón: Si, lo sé, pero no podemos culparla, cada uno tenemos sentimientos y pensamientos diferentes. Para nosotros ella exageró, y para ella nosotros no somos nada buenos en el sigilo, supongo que no está acostumbrada a ganarse esos enemigos tan poderosos, hay gente que prefiere ser más pacifista, algo que no pasa con nosotros. Pero no te preocupes.
Altorón por fin logra sacar la lanza del cuerpo, saca el frasco con el potenciador y lo vierte en la lanza.
Altorón: Sabes, la bruja Helina me dio un consejo que me encantó y quiero compartirlo.
Ermir: Te escucho.
Altorón: La próxima vez que salgamos a nuestras aventuras, "no busques rescatar a la princesa, concéntrate en matar al dragón".
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Las Aventuras de Altorón y Ermir
FantasíaTres historias cortas de dos caballeros medievales en un mundo de fantasía, buscando aventuras, derrotar bestias peligrosas e intentar rescatar a una princesa.