En Brazos Cariñosos

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En brazos cariñosos

Capítulo XIV

"No aceptaré ninguna ventaja"

Los efectos alucinógenos de la niebla hicieron de esta una tarea severa, casi insuperable.

Shinobu se dio cuenta de esto en el momento en que ella, Kanao, Giyu y Mitsuri entraron en la niebla. Al principio, evaluaron la situación cuidadosamente, trataron de encontrar otro camino hacia el gran bosque de Natagumo, con la esperanza de evitar el contacto con el gas parecido al humo que fluía en todas direcciones. Pero no había otra manera de entrar, sino a través de ...

Todo el terreno estaba bañado por una espeluznante niebla blanca que los puso rígidos en preparación para una feroz batalla.

Incluso desde lejos, podía decir que algo había salido terriblemente mal en esta misión, algo mucho peor de lo que especulaba el Maestro Kagaya. Había demonios poderosos que residían dentro de la niebla. Shinobu lo sabía. Y sus dos compañeros también lo sabían, porque los sentidos de una Hashira se habían agudizado al máximo, hasta tal punto que incluso la mera presencia de esas criaturas enviaba un cosquilleo de advertencia por sus espinas. Al menos así fue para ella. Siempre lo había sido. También en aquel entonces, cuando abrazó a su hermana mayor mientras moría, asaltada por un viento helado que nunca podría olvidar.

Habían hablado los tres, debatiendo si era prudente caer en esa flagrante trampa.

Sin embargo, el debate duró poco. Porque como Hashira, como pilares del cuerpo, era su deber dar la vida, correr riesgos mortales, si eso significaba proteger a sus subordinados.

Giyu había estado de acuerdo. Mitsuri, aunque nervioso por la niebla, también estuvo de acuerdo. Shinobu, junto con su alumno, no protestó.

Entraron en la niebla sin saber lo que les esperaba.

Entonces, caos .

Asaltado por criaturas de hielo minutos después de su misión, Shinobu había perdido a Giyu y Mitsuri en la confusión. Habían huido en diferentes direcciones, engañados por la niebla, engañados por cosas que no estaban allí.

Para su pesar y gran vergüenza, también perdió a Kanao en la niebla. El bosque había cambiado y girado, retorciéndose, girando, engañando su sentido de orientación mientras intentaba encontrar a su alumna, su hermana pequeña.

Kanao era fuerte. Tenía un potencial incluso mayor que Shinobu. Pero ella todavía era muy joven, aún inexperta, y Shinobu temía por su seguridad.

Ahora Shinobu estaba solo. Caminó a través de un mundo blanco, plagada de lo que asumió que era un Arte Demonio de Sangre.

Era una de las habilidades más peculiares que jamás había enfrentado. Ni ofensivo como de costumbre, ni tampoco defensivo. Era algo más. Algo cruel, inusual y muy, muy efectivo, porque incluso ellos, los Hashira, habían sido engañados para huir como niños perdidos en un bosque oscuro.

Su hermana mayor también estaba allí, parada a su lado.

Esa fue la peor parte.

Shinobu la ignoró, su corazón latía con fuerza con una extraña mezcla de ira y tristeza.

Kanae era tal como la recordaba: alta, feliz y hermosa. Esa misma sonrisa radiante, esos mismos ojos color lavanda.

Shinobu apenas podía soportar la idea de que esto fuera falso. Fue tan real.

Y lo que más le dolía era el hecho de que casi había olvidado cómo era su hermana mayor.

Podía oírla. Kanae estaba ocupada charlando sobre su día, como si no hubiera sido brutalmente asesinada hace cuatro años. Habló alegremente, sin ninguna preocupación en el mundo, ajena a la agitación emocional que arrasaba la mente de Shinobu.