La discusión

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Cuando volvíamos a casa he visto una figura a la que no relacionaba con nada, en fin, que nos hemos acercado al arbusto y cuando hemos mirado...

¡Estábamos viendo a un perrito adorable!

¡Era muy mono y muy cuqui!

No tenía identificación así que opté por llevarlo a casa, seguro que mi madre lo aceptaría.

- Este perrito es adorable, míralo Carla- dije yo.

- Sí, es muy mono, ¿pero de quién será?- dijo Carla.

- No lo sé, pero no tiene collar, así que no tendrá dueño... a menos que...- comencé a decir.

- No. No lo vamos a coger. Es muy arriesgado.- dijo Carla con rotundidad.

- Ohhh. Pero mira que carita tiene- insistí yo.

- Que no.

- Pero.

- No.

- Pero.

- No.

- Pero míralo.

- Que no.

- Pero.

- No.

- Es adorable.

- Tu madre nos reñirá.

- No va a pasar nada.

- ¿Qué no?¿En serio piensas que tu madre va a aceptar a un perro desconocido?

- Pues si porque mi madre es muy... ¿buena?

- ¿En serio?

- Si.

- No.

- Si.

- No.

- Si.

- No.

- Que sí.

- Que te estoy diciendo que nooo- replicó Carla.

- Y yo que síiiii- insistí yo.

- ¡Ahhhrg! No.

- ¿Por qué no?

- Porque es arriesgado.

- Pero la que va a tener problemas voy a ser yo, no tú- insistí.

- Me da igual eso- replicó Carla.

- Pero.

- No.

- Pero.

- No.

- Per...

- No.

- Pe...

- ¡Nooo!

- ¿Por qué? ¿Qué es lo que te va a ocurrir a ti? El perro es mi responsabilidad, no la tuya, no te voy a obligar a cuidarlo- dije.

- Me da igual eso Lenni, tú no lo entiendes- dijo girándose y poniéndose de espaldas.

- No lo entiendo ¿Qué es lo que no entiendo?

Entonces Carla se giró con los ojos vidriosos y gritó:

- ¡¡Qué me importas!! ¡Y si tu madre te castiga, yo me quedaré sola! ...Otra vez...

- No te vas a quedar sola Carla, estoy yo.

- Ahora sí, pero después no.

- ¿Que?

- Lo que oyes.

- No... no lo entiendo.

- Ahora estaré contigo, pero luego no. Tu madre es muy sobreprotectora, ya lo sabes. Una vez metiste un gato callejero en casa y pensó que fue idea mía.

- Siempre estaremos juntas...

- ...pase lo que pase, lo sé- y Carla esbozó una dulce sonrisa al recordar nuestro juramento de amistad.

Miró hacia abajo y vio al perro. Entonces su cara cambió, señaló al perro y dijo:

- Haz lo que quieras con él.

- Yo me lo quiero llevar, claro que sí.

- Psss.

- ¿Qué?

- Nada.

- No, dímelo.

- Ay, que seguro que aunque tú te lo lleves tu madre no te dejará y lo tendréis que dejar en algún centro de adopción o en una perrera o en un sitio peor.

- No, porque lo cuidaré siempre.

- ¿Y estás segura que tu madre te dejará? Me estás hablando de Lara Yellow.

- Y ya lo se.

- ¿Tú crees que tu madre, la mismísima Lara Yellow, la misma Lara Yellow que te echó la bronca y nos separó por haber traído un gato callejero a su casa, esa misma Lara Yellow te dejará tener un perro? ¿Eh?¿De verdad?

- Bueno, yo... es verdad que la lié con el gato, pero es que está solo, míralo...

- Yo no creo que esté solo, aquí está libre sin clases ni horarios, no se tendrá que distanciar de sus amigos... es una vida fabulosa...¿Y tú vas a arrebatársela?

- No, yo quiero darle un nuevo hogar...

- ¿Y tú sabes si quiere ir contigo?

- No lo sé.

- Exacto, no lo sabes y no puedes averiguarlo.

- Le preguntaré.

- Exacto, nos deberíamos ir a casa- espera, ¿Has dicho lo que creo que acabo de oír?

- Si, le preguntaré si quiere ir conmigo a vivir en mi casa.

- ¿Qué? No le puedes preguntar eso a un animal.

- Me acabas de decir que lo haga.

- Grr, no me refería a eso literalmente.

- Oye perrito, ¿te quieres ir a casa conmigo? Tengo una cama calentita, comida, agua y todo lo que necesites.

- ¡Agrh! Los Rainbow estáis chiflados. Me voy a casa. Adiós Lenni.

- Espera, ¿qué? ¿Te vas así sin más?

- Si, los Rainbow estáis chiflados.

- No estamos chiflados.

- Si que lo estáis.

- ¿Por qué?

- Agrh no lo entenderías.

- Si que lo entenderé si me lo explicas.

- No tengo tiempo.

- Si que tienes tiempo.

- No.

- Si.

- No.

- Si.

- No.

- Si.

- Que no PESADA- Aquellas palabras me sentaron mal.

Nunca me habían dicho eso de aquella forma. Sentí dolor, mucho dolor. Vi cómo Carla se alejaba mientras yo me quedaba allí preguntándome porque no me quería hablar. Aquel sentimiento era malo para mí.

De repente me volví de un tono más azul, ya no era verde mi pelo, era azul, ¿Por qué? Me sentí mareada, algo no iba bien, no, no, no...no...no.

Entrecerré lo ojos un poco y sentí que caía a un pozo... un pozo muy profundo...

Cuando abrí los ojos ya no estaba en el bosque, sino en lo que parecía una casa. Una casa pequeña, pero acogedora.

Tenía las paredes de color malva y entonces vi un cuadro de una familia, la familia Long Legs.

...

Lenni, única en su especieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora