- Nico, apresúrate o llegarás tarde - le dijo su madrastra tras abrir la puerta de su habitación - Hoy estaré en mi despacho hasta tarde, para que tu padre no me espere para cenar. Nos vemos - y de la misma forma que entró, la mujer desapareció.
No es que Perséfone le desagradara, pero Nico simplemente no podía aceptarla como la nueva figura materna que ella y su padre, Hades, intentaban imponerle.
Gruñó a modo de respuesta. Antes de la irrupción de Perséfone, Nico llevaba despierto casi dos horas, pero no se había levantado porque, como casi todos los días, no quería ir a la escuela. A veces, cuando su padre y su madrastra salían antes que él, se quedaba en casa escuchando música o leyendo o, casi siempre, durmiendo. Hazel no aprobaba ese comportamiento, pero no lo delataba.
Hazel. De seguro esperaba que desayunaran juntos. Se levantó de una vez por todas, se duchó y regresó a su habitación para vestirse. Se demoró bastante poco, ya que casi todo su armario consistía en ropa negra o ropa negra con diseños de calaveras. Se colocó su habitual abrigo de aviador y se dirigió al comedor. Allí estaba su hermana (o más bien media hermana) observándolo con sus hermosos ojos dorados.
- Nico, te ves pálido - le comentó Hazel.
- A mí me parece que estoy igual que todos los días - le contestó.
Ella lo siguió observando con detención mientras comía cereales. Nico pasó por alto a su hermana y se sentó a comer un sándwich. Había notado esa misma mañana que sus ojeras estaban más acentuadas, pero no quería hablar de ello así que trató de evadir a Hazel. De pronto, la chica se levantó apresurada y se disculpó:
- Había olvidado decirte que hoy no me iré contigo a la escuela.
Nico estuvo a punto de preguntarle por qué se iría sin él, hasta que recordó la razón - Zhang.
Hazel se sonrojó - Eh... sí. No le digas a papá, ¿está bien?
- Puedes estar tranquila - Le aseguró Nico. Ella conocía su mayor secreto. Guardar el pequeño romance de Hazel no sería ningún problema para él. No lo hacía solo para devolverle el favor, sino que lo hacía porque la quería. De todas las personas que conocía, Hazel era a la que más apreciaba. Claro, después de...
- ¡Perfecto! - dijo su hermana, alegremente - Nos vemos más tarde en la escuela - Se acercó a él y lo besó en la mejilla - Cómete todo tu desayuno. Me preocupa que vayas a enfermarte. Si necesitas algo en la escuela, no dudes en llamarme.
Y así fue como la muchacha salió con una enorme sonrisa en el rostro. Nico pudo divisar que fuera de su casa una alta figura aguardaba a Hazel. Tras besar a su hermana en los labios, la abrazó con tanta fuerza que levantó a la pequeña chica del suelo. Las carcajadas de ambos se escucharon hasta dentro de la casa. Nico se sintió invadiendo la privacidad de su hermana y decidió dejar de mirar. Contrario a lo que le había sugerido Hazel, dejó desayuno a medio comer y se largó a buscar su mochila. Aún era temprano, así que decidió irse caminando a la escuela que no estaba tan lejos de su casa.
Esa mañana hacía frío, pero a Nico le agradaba el invierno. Se fue por una ruta diferente a la que solía usar para no encontrarse con su hermana e interferir en el momento que estaba pasando con su novio. Tras un buen par de minutos, se adentró en la zona más caótica de Nueva York, donde se encontraba la secundaria a la que asistía con Hazel. Ambos tenían la misma edad, dieciséis, por lo que aún le faltaban un par de años para egresar.
Se sintió angustiado. La escuela no era un lugar agradable para él. Todos los días pasaba lo mismo, el mismo sentimiento de aversión hacia ese lugar y casi todo el alumnado.
- ¡Hey, Nico! - le gritó alguien.
Era Jason Grace, su único amigo además de Hazel. Lo saludó y continuaron el camino hacia la escuela juntos.
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Un dulce castigo (Solangelo)
Fiksi PenggemarLos personajes no son míos, sino que de Rick Riordan. Si bien la historia transcurre en un universo común y corriente, hay situaciones que pueden considerarse spoiler de los últimos libros de los Héroes del Olimpo. La pareja principal es Solangelo...