Amnesia

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—Capítulo 1—

Parte 1. El extraño despertar del marimo

Zoro abrió el ojo con dificultad tras sentir la luz del sol sobre la cara. Se cubrió el rostro con ambas manos y soltó un gruñido de frustración. La cabeza le dolía horrores y no recordaba haber experimentado alguna vez una resaca tan intensa.

Su vista tardó en enfocar, ni siquiera reconocía la recámara en donde estaba.

«A la mierda todo, voy a volverme a dormir».

Se giró hacia su izquierda, y fue en ese momento que notó que había alguien más acostado junto a él. Su acompañante estaba cubierto hasta la cabeza, pero dejaba entrever algunas hebras de cabello rubio. «No puede ser», se dijo apesadumbrado. Discretamente metió su mano bajo las sábanas, comprobando que estaba completamente desnudo, «¿Qué mierda pasó anoche?», no podía recordarlo.

Bueno, lo hecho, hecho estaba. Lo mejor que podía hacer en ese momento era disculparse con su acompañante y seguir con su vida. Se levantó sobre los codos y observó todo a su alrededor.

El cuarto era un verdadero desastre.

La puerta estaba rota, al igual que un gran espejo, y la ropa de ambos estaba regada por todo el suelo.

Zoro clavó su atención en una prenda específica, una camisa naranja que le resultaba de lo más familiar...

Cuando comprendió, sintió un golpe de adrenalina tan intenso que le espantó el sueño. Se giró hacia su acompañante, jaló la cobija...

Y su peor pesadilla se hizo realidad.

Gritó fuerte y empujó al hombre que estaba junto a él con suficiente fuerza para hacerlo caer de la cama.

Sanji se incorporó como pudo, se veía igual de aturdido que él y tardó bastante en reaccionar. Al notar finalmente lo que sucedía gritó de igual manera y tomó una almohada para cubrir su desnudez. —¡¿Qué diablos me hiciste, marimo de mierda?! —exclamó mientras se ponía en pie con bastante trabajo, sin poder esconder el pánico en su mirada.

—¡Eso mismo te digo, cocinero, ¿qué diablos haces aquí?! —las manos de Zoro temblaron ligeramente, eso no podía estar pasando. Se agarró la cabeza—, ¿qué... hicimos?

Soltó.

Sanji, que se encontraba recolectando su ropa, se detuvo un instante sin atreverse a mirarlo. —Nada. No pasó absolutamente nada.

Zoro le miró la espalda y las marcas de varios cardenales y mordidas le contaron lo contrario. Se miró a sí mismo. Él tampoco parecía estar en buen estado. Intentó sentarse, pero en ese momento comprendió algo más.

—¡¡Mierda!!

Gritó con todas sus fuerzas y se golpeó la cabeza hasta hacerse daño.

¿¡POR QUÉ DEMONIOS LE DOLÍA EL TRASERO!?

Esto iba de mal en peor.

El cocinero se vistió lo más rápido que pudo y, frente al espejo roto, se colocó la camisa a la que le faltaban botones, anudó la corbata arrugada y se irguió lo mejor que pudo, alisándose el resto de la ropa. Sacó de sus bolsillos un cigarrillo, trató de encenderlo sin lograrlo y soltó un pesado suspiro.

—Esto nunca pasó.

Soltó en voz alta y avanzó hacia la puerta. Exclamó una última maldición y salió sin mirar atrás.

Zoro, desnudo y confundido. Permaneció sobre la cama, luchando por recordar aunque sea un poco de lo que había pasado entre los dos.

La tarde anterior llegaron a una isla. Estaban felices, era la primera vez desde Dressrosa en que toda la tripulación estaba junta y eso era motivo de celebración. Recordaba haber asistido a un bar donde los piratas Heart y otros aliados también se unieron al festejo...

De anoche, ¡no recuerdo nada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora