La presa

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—Por favor, comisario, ¿no te alegras de ver a un viejo amigo?

—Charles... —gruñó Woody.

—Oh, mis amigos me dicen Chucky, ¿no somos amigos?

El vaquero no quería retroceder y darle a entender que le temía, pero lo cierto era que su cuerpo de tela y madera tenía mucha desventaja con el de un Good Guy, que incluía pesada caja de voz, y una estructura más sólida para poder mantenerse parado por su cuenta.

—Pues... yo soy tu amigo fiel... yo soy tu amigo fiel.

Woody volvió a gruñir, amaba esa canción, pero escucharla en su voz le provocaba rechinar los dientes. Valorando sus posibilidades, comprendió que una lucha de frente no tenía ningún sentido, la única manera de vencerlo era emboscarlo. Se movió a un lado, tomó un pedazo de carbón y se lo arrojó a la cara. Por el golpe, el trozo desprendió todo el polvo y ceniza vieja, haciéndole toser.

Rápidamente soltó la correa de su navaja y lanzó un corte que apenas le tocó los dedos. No fue un gran daño, pero consiguió lo que esperaba: irritarlo y que se olvidara de que trataba de hacer algo en el muro, aunque eso significara que lo persiguiera.

—¡Pequeño bastardo! —gritó Chucky —¿Ya no habrá diplomacia?

—¡Habrá una maldita navaja en tu podrido corazón! —le gritó, sin embargo, el otro solo prorrumpió en carcajadas.

—¡El comisario sabe maldecir! Eso no es muy adecuado para niños.

Estaba de acuerdo, jamás hablaba así, sobre todo para poner el ejemplo con los demás juguetes. Pero ni había niños ni ese bastardo era un juguete, y la sangre en la punta de la hoja lo delataba. Recordó lo que habían descubierto respecto a que no debía quedarse mucho tiempo en el muñeco a riesgo de encarnar ahí, y le pareció extraño que estuviera en esa casa en lugar de buscar a Andy.

No obstante, eso solo hacía evidente que las pistas que Andy había estado siguiendo desde hacía tiempo, tenían que ser migas de pan que ese desquiciado había estado poniendo.

Mientras saltaba los escalones, aprovechando la ventaja que le daba la mala proporción en las piernas del diseño de Good Guy, acabó por convencerse de que no le había dado mayor importancia a lo que quería hacer con el panel junto a la chimenea.

—¿No deberías quedarte quieto? ¡Va contra las reglas que corras como puta rata!

Woody se detuvo en un descanso para verlo. Tenía que alejarlo de esa habitación, encerrarlo de alguna manera y revertir lo que sea que haya hecho.

—Te mueves como una vaca enferma—le dijo, buscando hacerle enojar, pero no se le ocurrían muchos insultos creativos. En ese sentido, Good Guy le llevaba mucha ventaja.

—Vaca enferma —repitió Chucky moviendo la cabeza, decepcionado por lo infantil de sus ofensas. Pero tenía razón, esos malditos escalones eran más altos de lo normal, y con unas piernas tan cortas estaba resultando particularmente difícil. Pero mientras Woody seguía dando saltitos hacia abajo, él miró la barandilla, trepó fácilmente por la ornamentación y se deslizó el tramo que le faltaba, alcanzando sin problemas al comisario, atrapándolo con una sola mano y arrancándole el cordel con su navaja.

—¡Qué asco! —se quejó, usando la otra mano para sacudirse el polvo y telarañas de la ropa, aunque volvió la atención a su víctima.

Era del doble de su tamaño y al menos cuatro veces más pesado, así que, aunque el pequeño vaquero se retorcía con fuerza, no podía realmente oponerse. Había algo en esa proporción que le resultaba gratificante. Como humano nunca había logrado levantar así siquiera a un niño.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2023 ⏰

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