capítulo 1.5

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Mirella no entendió bien lo que él quería decir con “ajustar cuentas”. Intentó calmarse Cesare era temperamental, explosivo como un volcán, pero no un loco y entró en el auto.
— Te voy a proponer una opción —declaró él, pero continuando con el
auto estacionado.
— ¿Una opción? —Mirella repitió.
— Pide la dimisión en tu empleo actual.
— ¿Pedir la demisión? ¿Estás loco?
— Si no lo haces, mi conciencia exige que te denuncie a la dirección —
Cesare la amenazó. — Gerente de finanzas, ¿tú? ¡Imposible! Sé que estás en la lista de promociones pero no podré permitir que pongas tus manos ambiciosas en los fondos de caridad.
— ¿Estás acaso insinuando que no soy de confianza tratándose de dinero?
— No lo estoy insinuando sé que no lo eres y no me vas a impresionar más con ese aire tuyo de niña inocente, cometiste un crimen cuatro años atrás la ley puede no haber sido bastante rápida para atraparte in fraganti, pero yo lo fui. —Cesare le lanzó una mirada de amenaza. — Aún conservo la evidencia
de los hechos que podrán llevarte a la cárcel...
— ¿La cárcel? —La palabra “cárcel” explotó de sus labios secos, mientras lo encaraba, incrédula.
— Tú puedes ser juzgada aún por lo que hiciste. ¿Sabías? —insistió Cesare.
Cesare la acusaba de haber usado informaciones confidenciales en su propio beneficio y esa práctica era ilegal.
— Estás loco, Cesare... Nunca habría hecho nada de lo que me acusas — protestó Mirella, con voz débil. ¿Cómo era posible que Cesare creyera que cometió un acto tan indigno?
— Habría hecho lo mismo otra vez, si te hubiese dado una oportunidad pero no te la di, te despedí, y tú desapareciste de la faz de la tierra,con lo que ganaste deshonestamente.
— No es verdad. ¡No gané nada deshonestamente! —ella exclamó, su corazón latiendo con violencia. Sentía asco y miedo al mismo tiempo. — ¡Pensé que me habías mandado lejos porque había dormido contigo!
— ¡Dio mio! ¿Y quien crees que te creería eso? Está archivado en nuestras oficinas que fuiste despedida por mala conducta.
— Lo sé, pero... No puedo ir presa. ¡No hice nada de malo!
— Bien, pero de cualquier modo nunca más podrás trabajar recaudando fondos para obras sociales —Cesare dijo fríamente. — Con tu talento para la contabilidad, puedes cometer toda suerte de desastres. Te quiero fuera de eso ya, de lo contrario...
— Pero no hice nada... ¡No soy deshonesta! —Mirella repetía,
desesperada y aprehensivamente.
— Si insistes que no cometiste ningún desliz, me veré obligado a contar todo a Haland presentaré las evidencias y un hombre como Haland, con sus principios morales rígidos, se sentirá obligado a reportar todo a las
autoridades...
— Pero, si tú estabas tan convencido que era culpable, ¿por qué motivo no llamaste a la policía inmediatamente? —indagó Mirella, intentando encontrar un medio de defenderse.
— ¡Imposible! Sería lo mismo que reportar un asesinato sin las pruebas, que no tenía en ese momento y luego tú desapareciste, como un ladrón en la oscuridad de la noche. —Cesare inclinó el cuerpo para atrás, en un gesto de relajación, y su mirada fue congelada. — Y yo me satisfice sólo con imaginarte en la cárcel pero, más tarde, me
pareció que merecías un castigo severo por tu crimen...
— No cometí ningún crimen —Mirella protestaba. — ¿Por qué no me crees?
— Porque eres falsa. Preparaste muy bien tu defensa.
— ¿Preparé mi defensa?
— Si, como una profesional. Me hiciste pasar por idiota podría haber sido llevado a la ruina por ti podría haber sido acusado por estafa, no tengo duda que dirías que negociara en mi favor, si fueras atrapada. —Cesare hablaba pausadamente, acentuando cada palabra. — Estoy seguro que harías
tu teatrito, declarando no saber que estabas actuando contra la ley.
— ¡Debes estar loco! —ella exclamó, lívida y con dificultad de hablar.
— Estoy seguro que dirías que fuiste seducida, usada. —Cesare prosiguió, con énfasis, mirándola severamente. — Si fueras hombre, te habría matado pero... como eres una mujer, pretendo usarte como me usaste a mí...

Traición cruel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora