— ¿Cómo? —Mirella continuaba en estado de shock, atónita, por la acusación que Cesare Falcone le hacía años después.
Era demasiado para absorber de una sola vez pero, aunque aterrada, pudo entender la verdadera razón por la cual fue despedida. No, definitivamente, por haber ido a la cama con él, su jefe sino, por la más loca, por la más absurda acusación, Mirella de repente no tuvo más dudas que Cesare creía que ella cometió un crimen, eso explicaba aquella actitud extraña.
En el presente y en el pasado el odio y la agresión ahora tenían sentido, cosa que en el pasado se asemejara a la locura mental.
La mente de Mirella caminaba en cámara lenta, un paso por vez y más aún el no la culpaba sólo de deshonestidad peor que eso,Cesare estaba seguro que, si ella fuese obligada a responder un proceso, mentiría, diciendo que actuó así para el bien de él, no para el suyo propio.
— Voy a usarte, como un día me usaste —Cesare insistió.
— ¿Y qué planeas hacer?
— ¿Qué crees? —él sonrió irónicamente. — Estoy seguro que nunca más te involucrarás con un siciliano.
— Quiero, antes que nada, pruebas de lo que me acusas, voy a buscar un abogado.
— Es necesario que presente pruebas de que no usaste deshonestidad.
— Y tú, ¿puedes tener pruebas de algo que no hice?
— Si tuvieras aún algo de aquel dinero, Mirella, lo quiero de vuelta entonces, cuando haya terminado contigo...
— ¡Ni vas a comenzar conmigo! —Mirella se preparó para salir del coche, pero quería retirarse con dignidad.
— No me digas que no puedo continuar con lo que comencé. ¿Te parece que te dejaré ir así? Deberías haber imaginado que estaba buscándote hace tiempo. Y esa búsqueda empezó cuando vi tu fotografía...
— ¿Mi fotografía?
— Si, en el boletín de Earth Concern. Raramente tengo uno de esos folletos en mis manos —dijo Cesare secamente. —Pero, allí estabas tú, en pie al lado de Haland, recaudando fondos para una institución.Mirella se había olvidado de la fotografía cuando Jean la mencionó creyó que su encuentro con Cesare aquel día había sido ocasional, y que Cesare no sabía que ella trabajaba en Earth Concern.
— ¿Una mentirosa, deshonesta como tú, ocupando una posición de confianza? —Cesare agregó. — ¿Y junto a personas bien intencionadas, más interesadas en ayudar al prójimo que en hacer negocios? Y ahí viene Mirella, pensé, tal cual una serpiente en un gallinero lleno de pollitos esperando a ser
desplumados, la sangre de Haland se congelaría en las venas si supiese de lo que eres capaz.
— ¿Como puedes osar llamarme serpiente? —Mirella protestó. — Debe haber habido algún terrible malentendido...
— ¿Malentendido? He seguido tus pasos y sé exactamente quien eres no me vengas con eso de que estás arrepentida y tú eres tan linda, ¿tan miñón? Haces que un hombre se sienta protector, no condeno al viejo Haland por enamorarse de una criatura frágil, ¡tan femenina!
La atmósfera estaba poniéndose explosiva Con la boca seca, susurró:
— Cesare, yo...
Cesare la agarró y dijo:
— Cierra la boca. Nunca más me enamoraré de ti, cara, sé como eres de inteligente pero tu vida va a cambiar entérate que traicionarme fue tu gran error.
— No existe la menor posibilidad que sea apresada por algo que no hice no estoy preocupada por eso.
— ¡Mentirosa! Te te garantizo que estás temblado de la cabeza a esos lindos piecitos. Esta noche, destruí tu imagen junto a Haland y sin remordimientos.
— ¡Lo que hiciste fue imperdonable, Cesare!
— Le conté toda la verdad, sólo la verdad y quedé tentado de contarle aún más, pero me pareció que no sería elegante, de momento.
— No voy a pedir la dimisión.
— En tal caso, haré que el techo caiga sobre tu cabeza, retiraré mi donación al excelente trabajo de Earth Concern en favor de las clases menos...
— ¡No harás eso! —exclamó Mirella, con horror.
— Lo haré, oh, ¡si lo haré! Y explicaré que no puedo depositar una cantidad tan grande en manos de una mujer en quien no confío, de una mujer deshonesta después de eso, dudo que seas recibida en la oficina.
— Y yo puedo procesarte por difamación. —Mirella estaba furiosa.
— Con las evidencias que presentaré, el caso será cerrado el primer día de juicio.
Él no podría tener evidencias de un acto que ella no cometió, pensaba Mirella pero, por cierto alguien en las Industrias Falcone se prestaría a crear esas evidencias. ¿Realmente alguien la implicaría en el caso, presentando un falso testimonio?
Cesare estacionó en la esquina y apagó el motor.
— ¿Dónde vas los fines de semana? —él indagó abruptamente. Se acomodó mejor en el asiento, las facciones duras como piedra. — Cada fin de semana, todas las vacaciones. ¿Tienes un marido escondido en algún lugar? ¿Un cómplice del robo?
— ¡No seas ridículo!
— ¿Un amante, tal vez? Termina con él, si fuera el caso no te daré fines de semana libres.
— ¿De qué estás hablando, Cesare?
— Ni tendrás oportunidad de salir de mi cama a escondidas aunque dudo que tengas energía para eso, después de amarnos, después que tu cuerpo esté totalmente ocupado haciéndome feliz, no soy un hombre fácil en la cama.
Tengo poca paciencia, exijo mucho y...
— No voy a vivir contigo, nunca.
— No me importa donde vivas. Pero estarás en mi cama todas las noches.
— Estás loco. Prefiero tirarme a un precipicio antes que me toques otra vez.
— No creo que...
— ¡Pues puedes creerlo!
— ¿Y tienes acaso algo más que ofrecer a cambio de mi silencio? —
Cesare sonrió sardónicamente.
— Eso es chantaje —Mirella protestó, horrorizada.
— Chantaje ó no, es una actitud mucho menos sórdida de lo que tú me hiciste, cambiaste sexo por informaciones en tu provecho me vendiste por treinta dineros. ¿Qué tipo de criatura eres, Mirella? Y me usaste...
— Yo jamás usaría a alguien de esa manera.
— Vas a pagar ahora por lo que hiciste, cara. Y no te preocupes dándole explicaciones a Haland todo está acabado entre ustedes dos, te te garantizo, y él nunca sabrá de lo que escapó, gracias a mi interferencia oK, basta de plática, te pasaré a buscar mañana a las ocho de la noche precisas descansar un poco ahora.
Mirella tragó en seco y comenzó a salir del coche pero Cesare la agarró, como si ella fuese una muñeca, y la hizo sentarse de nuevo.
— Ven acá... —dijo.
— Sácame las manos de encima.
— Quiero un anticipo ahora. —la agarró de los cabellos, haciéndola erguir el rostro.
— Déjame... ir —Mirella rumió.
— Precisas algún entrenamiento, cara. Luego vas a ver como no podrás vivir sin mí.
— ¡No! —Mirella gritó.
— Nunca me digas que no y si me cierras la puerta en las narices, yo la tiraré abajo.
Cesare la sostenía con fuerza ,el corazón de ella latía descontroladamente y una violenta excitación la hacía vibrar, sus senos ya
estaban rígidos, y aparecían bajo la fina blusa; los pezones dolían.
— Para con esto... —ella insistió.
— Pero no estoy haciendo nada... aún.
Él bajó la cabeza y presionó los labios calientes en el cuello de Mirella.
Una sensación devastadora se apoderó de ella en un acto espontáneo, ella le agarró los hombros del cuello Cesare pasó a los labios; con la lengua, la forzó a abrirlos y penetró en el interior de su boca, demostrando habilidad profesional, Mirella enterró las uñas en la espalda de él con una pasión salvaje como jamás experimentó antes, y que la consumía, correspondió a los besos con frenesí, de súbito, Cesare se alejó y la empujó para atrás.
— ¡Que talento el tuyo! —exclamó. — Tal vez haya elegido un castigo equivocado o tal vez pienses que me vas a convencer de perdonarte.
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Traición cruel
RomanceQuizá hubiera sido su amante, pero jamás sería su esposa... Después de su traición, despedir a Mina Carroll fue una decisión puramente profesional... aunque hubieran sido amantes. El siciliano Cesare Falcone le había arruinado la vida y no estaba...