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No dejo de pensar en aquella noche, mi mente me traiciona y mi cerebro recrea la escena tan penosa que hice enfrente de Bruno, de seguro debe de pensar que estoy loco y debe de estarse riendo de mí.

Intento relajarme con el sonido del mar acompañado de la brisa.

Para celebrar el cumpleaños de Kim, decidimos ir al mar, aunque sea por un solo día.

Suelto un suspiro mientras veo a la gente que se encuentra en el sitio. Todos parecen disfrutar del momento. Observo como los niños juegan con una pelota, un par de chicos intentan de surfear, se escucha la plática animada de una familia...

Parece que todo el mundo está disfrutando su vida, mientras que yo no puedo evitar sentirme tan miserable.

Al voltear a mi lado izquierdo, me percato de que Ximena se encuentra leyendo un libro que parece ser aburrido.

—¿Qué estás leyendo? —pregunto intentando sonar curioso.

—Es sobre un tema que viene en el examen que no entiendo muy bien —contesta Ximena—. Ya sabes, necesito mantener mi calificación para la beca.

Ximena me comenta de algunas cosas que ha leído, lo cual, no entiendo nada, ella al estudiar trabajo social, debe de saber sobre leyes, mientras que yo al estudiar comunicación, no vemos leyes como ella.

—¿De qué te preocupas? Si la gitana te ha dicho que vas a lograr obtener la beca —digo con voz burlona.

—¿Te refieres a la misma mujer que te dio un conjuro de amarre mal elaborado? —se burla Ximena.

Siento como mis mejillas se ponen algo rojas.

—Sabes que le puedes pedir ayuda a Pablo —digo para cambiar un poco el tema. Pero parece que a Ximena no le agrada la idea.

—No lo quiero ilusionar —la voz de Ximena suena seria—, es un buen tipo y no se merece darle falsas esperanzas.

—Entiendo.

Los dos permanecemos unos cuantos segundos en silencio, hasta que una duda surge.

—¿Cómo sabes del amarre? —Pregunto sin mirarla.

—Mia me preguntó si yo sabía si había alguna chica con la que estuvieras interesado, y cuando le dije que no tenía idea, me contó lo que había encontrado en tu habitación. Tengo que admitir que ahora tengo curiosidad de quien se trata.

—No es nadie importante —digo después de estar unos cuantos segundos en silencio.

—¿Sabes? Los dos debemos de aclarar nuestra situación, yo con Pablo y tu con Mia, para no darles falsas esperanzas.

—¿A qué te refieres? —Pregunto mientras volteo a verla.

—Sé que no eres demasiado idiota para que no tengas idea a lo que me refiero. Sabes perfectamente que Mia tiene sentimientos hacia ti, se puede ver a kilómetros de distancia.

Capto la idea a lo que se refiere Ximena, desde hace días Mia se ha comportado de manera diferente, hay días en que asiste a mis prácticas de fútbol para animarme, me pregunta sobre mi día a día, me ayuda en lo que puede, la he cachado viéndome cuando puede y se pone nerviosa cada vez que estamos solos, además de que me da detalles por el simple hecho de se acuerda de mí.

Mi mirada viaja a Mia, ella se encuentra junto con Kim, las dos están metidas al mar buscando conchas.

Al verla, puedo ver que es una mujer bella, no solo me refiero a su físico, sino a su personalidad.

De repente, recuerdo el día en que nos leyeron a todos las cartas y algo en mi me hace sentir culpable, después de aquel día, Mia se cortó y pinto el cabello como la persona que había descrito a la persona que se supone que es mi alma gemela.

—No entiendo por qué vienes a la playa a estudiar —los dos escuchamos a Esaú. Él se dirige a Ximena—. Es un desperdicio de tiempo.

—Que te valga lo que hago con mi tiempo —la voz de Ximena suena molesta.

Esaú suelta una risa burlona mientras agarra una cerveza.

—Hay tantas mujeres muy bellas como para que haiga maricones —suelta Esaú.

—Se dice haya, y a ti, ¿Qué te importa las relaciones de los demás? —Cuestiona Ximena.

—Es asqueroso verlos...

Esaú hace comentarios considerados como homofóbicos, lo cual termina de enfadarnos a Ximena y a mí, que decidimos ir a acompañar a Kim y a Mia.

El agua al principio se siente fría, pero conforme pasa el tiempo, mi cuerpo se va acostumbrando. Estuvimos en el mar jugando entre nosotros, hasta que nos dio hambre.

Al llegar al sitio en donde se encuentran nuestras cosas, nos percatamos de que no se encuentra Esaú, cuando revisamos nuestros celulares, vimos un mensaje de él en el grupo que tenemos:

Esaú:

Fui al bar un rato, nos vems en un rato


—Que desgraciado en dejarme aquí —comenta Kim molesta.

—Pues, ¿qué les parece si vamos? —Comento con interés.

Las tres chicas aceptan, así que sin perder más él tiempo, nos dirigimos al bar más cercano y el que suponemos que Esaú ha ido.

Entre el camino nos hacemos varios chistes, pero todo se esfuma al momento en que entramos al bar, para nuestra sorpresa, vemos a Esaú hablando con una chica de manera provocadora.

Mia, Ximena y yo nos encontramos completamente sorprendidos, y Kim se ve molesta.

Kim camina veloz en dirección a ellos, y comienza a reclamarle. Todo parece ser sacado de alguna telenovela; hay gritos, reclamos, e inclusive intervenimos para evitar una pelea entre la chica desconocida con Kim. Este día se ha ido a la mierda por completo.

A causa de todo este problema, hemos decidido irnos. El tiempo en que dura el camino de regreso a nuestras casas se me hace eterno y desesperante, esto a causa de algunas de las discusiones que tienen entre Kim y Esaú.

Al estacionar mi auto fuera de la casa, hace que sienta paz, la pelea entre Kim y Esaú ha provocado que me duela la cabeza y que termine enfadado.

Ximena y yo vamos hablando mientras caminamos a la entrada de la casa.

Cuando abro la puerta, me llevo una gran sorpresa al ver quien se encuentra en la sala. Claudia está hablando con Bruno. Claudia al escuchar la puerta abrirse, me ve y camina de manera veloz a mi sitio, y sin esperarlo, me da un puñetazo en el rostro, lo cual provoca que suelte un grito de dolor.

—Agradece de que no pienso demandarte —dice Claudia molesta para luego salir de la casa.

Antes de que pueda decir algo, Bruno se acerca a mí.

—Lo siento, pero le tuve que decirle la verdad —dice para luego salir detrás de Claudia.

Y de esa manera, mi poca dignidad se fue a la basura.

Y de esa manera, mi poca dignidad se fue a la basura

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