A Different Destiny / Star Wars One-shot: The Mandalorian ~ Din Djarin.

Parte I

No se dio cuenta de qué tan rápido pasó el tiempo.

Años transcurrieron desde que había conocido a su ahora compañero y confidente más cercano, desde que había dejado el miedo y traumas detrás para dar paso a una nueva vida, una llena de peligros y problemas, pero también con emociones, aventuras y conocimiento que ingenuamente jamás llegó a pensar que existirían a través de lo vasto e infinito que era la galaxia.

Ese niño, Grogu, del que tanto dolió su partida con Luke Skywalker después de rescatarlo, ahora había regresado con ambos, con Din y ella. Su pecho palpitó con fuerza producto del anhelo y la alegría cuando lo vio de nuevo, sonriente, con esos enormes ojos que resplandecían de inocencia. Jamás pensó que alguna vez podría llegar a querer tanto a alguien, no después de todo su pasado, donde había forzado su corazón a cerrarse para no ser dañando nunca más.

Tras una lucha interna consigo misma a través de los años, finalmente consiguió su redención en las aguas vivas bajo las minas de Mandalore. Su maldición, lo que la había condenado al exilio, fue expiado. Su sacrificio no fue en vano. No todo estuvo perdido para ella.

Pero fue gracias a él, Mando, que había logrado todo aquello. Sin él, quizás dónde estaría ahora...

El amanecer se anunciaba en el vasto horizonte, con sus tonalidades moradas y anaranjadas chocando contra las pequeñas nubes en el cielo. Allí, arriba de esa colina de piedras afiladas, el mundo se percibía distinto. Ese planeta tenía una gran conexión con la Fuerza, lo podía sentir. Realmente las horas se sentían como segundos; prácticamente no durmió —como desde hacía días—, sólo era capaz de experimentar la energía cósmica a su alrededor, como una presencia silenciosa y sutil, como un cosquilleo dulce por su cuerpo, anunciándole algo, queriendo comunicarse con ella. Podía notar que el cristal colgado en su cuello cada vez pesaba más conforme pasaba el tiempo y su conexión con él se intensificaba

—Aquí estás —dijo él a lo lejos, con su voz siempre resonando grave y seria, sin mucha expresividad.

Había sentido su presencia desde minutos antes de llegar, por lo que no se sorprendió.

—¿Ya se despertó el resto...? —Cuando preguntó, Din pudo sentir nuevamente su voz suave, melodiosa incluso, tras su casco con modulador, que nunca lograba distorsionar la serenidad en su tono.

—No aún —Se acercó lentamente, pareciendo no querer interrumpirla en su "ritual", como había denominado a esas desapariciones por parte de su compañera, donde iba a meditar por horas, en silencio, alejada de la tribu, del niño y de él—. Quiero que... Grogu empiece con los entrenamientos Mandalorianos. Ya es hora de que empiece a andar por el Camino.

Ella no volteó su mirada hacía él, sólo asintió despacio.

Unos segundos pasaron, donde la chica parecía haberse sumergido de nuevo en un estado meditativo. Din trató de no evidenciarlo en su interior, pero ese acto lo hizo sentirse profundamente solo. Cosa que ella al parecer no tardó en percibir sensitivamente, ya que:

—¿Pasó algo? —susurró, mirándolo por primera vez.

Él se tardó en responder.

—¿Cuándo vas a volver? Han pasado días desde que no apareces. Esta vez tardé más de una semana en encontrarte... —La molestia se transparentó leve. Caminó hasta ponerse detrás suya, quién no cambió su posición, mucho menos su umbral sereno.

Esta dejó de mirarlo, volteando hacia el amanecer.

Desde la primera vez que conoció a Ahsoka Tano, muchas cosas cambiaron para ambos, o en realidad, para ella: pudo experimentar por primera vez su sensibilidad con la Fuerza. Al principio la abrumó, confundida de qué era o de porqué la poseía. Pero conforme pasaron los días, y ella empezó a tener sesiones cada vez más largas de meditación a través de su instinto que la incitaba a hacerlo, no tardó en entenderlo todo. Sus poderes tampoco tardaron en incrementarse. Y mientras su camino se volvía cada vez más claro, también se acrecentaba el peso en su corazón al entender los sacrificios que eso conllevaría...