❝ Kymmenen ❞

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Mierda, mierda, mierda

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Mierda, mierda, mierda.

Eso no debería de haber salido de esa manera. Jeonghan no debería haber reaccionado así y su madre no debía haber preguntado aquello.

Eran muy pocas las veces que había podido completar las espectativas que aquella alfa tenía sobre él, que si bien no era alguien a quien le debía algo, era alguien a quien respetaba con su ser, no solo era su tía, sino quien había logrado hacer feliz a su madre en la oscuridad, en la traición, pero ella había sido feliz. Aunque ahora todo era distinto, ella aún tenía un pedazo en su corazón.

Salieron de la tienda con la tención del ambiente aún en ellos. Elsa aún lo miraba con cierta incógnita calcada en su rostro, como si quisiera descifrar a Joshua y el porque no arremetía ante el comportamiento de su omega.

Eso no está bien visto para el líder. —dijo con cautela la alfa —. No es adecuado que el omega del Yher se comprime de esa manera y mucho menos te cele.

Joshua hubiera dicho muchas cosas en ese momento, pero sus labios callaron una vez aquel omega que en su momento llamo "mamá", se paraba gente a él con aquel aire alegre y feliz con el que se dirigía a todos. Ahí estaba quien había calcado su aroma días antes.

Ese omega quien había protegido de él.

Mamá... —dijo, sin avanzar más para abrazar aquellos cálidos brazos que siempre solían revivirlo con aquella ternura incondicional ya que cariño que amaban su corazón y podían comprender cada mirada que podía dar.

Mi niño. —habló el menudo omega de cabellos negros —. Apresurate que quiero conocer a tu omega. —dijo separándose de él, mientras sonreía avivaz.

Joshua lo hubiera sembrado de inmediato adentro la tienda, pero no en ese momento, no cuando los ojos cautelosos de a quien también consideraba su madre se encontraban sobre él.

Es preferible esperar un poco más. Debemos desayunar con la tribu. —anuncio el Yher, con aquella actitud que amaba tener frente al omega que lo había criado.

Su pecho se removió un poco, sabiendo a que se debía, su omega lo llamaba.

Jeonghan...

Vamos. —dijo entonces el omega de cabellos negros y ojos amarillentos tan claros como el sol, tomando del brazo de su alfa que se encontraba al margen de lo que se daba en medio del día que parecía enfriarse más —. ¡Oh! Joshua trae a tu omega. —ánimo el omega, antes de impartir sus pasos hacia el sector convivencial de la tribu. Ahora las pieles arropadas en su tallaje en prendas era lo que se podía usar para el invierno que se acercaba, por lo que acomodo su capa sobre sus hombros y guiño con cuidado su ojos derecho hacia Joshua, suponiendo saber a qué se debía esa actitud.

Joshua sonrió en respuesta y dio media vuelta para volver a su tienda.

Jeonghan.

Su pecho lo llamaba y con esa destreza que solo su omega podía hacerle sentir y temer, entró, abriendo los apares de las telas laterales y se adentró a aquel lugar tan preciado que se había vuelto en su corazón.

ᖴIEᖇᑕE ➻ ᴊɪʜᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora