¿Qué paso?

1.5K 204 94
                                    


Cuatro meses habían transcurrido desde tu despedida con König.

De los cuales, 3 meses habías estado en el extranjero en una misión, misma que ya se había prolongado mas de lo planeado.  

Si bien, tus ánimos no han vuelto a ser los mismos, tu rendimiento no se ha visto afectado. Has dado todo de ti durante la misión, ya sea cumpliendo objetivos o salvando a tus compañeros. Pero lo mas difícil son esos pequeños momentos de soledad, en los que es imposible no pensar en el. 

Lo único que podías pedir es que el siguiera vivo y que ambos pudieran cumplir su promesa de volver a verse. 

"____________, es tu turno de estar de guardia" te llamo tu superior. 

Ya era de noche, habían optado por resguardarse en un edificio abandonado. Así que, mientras unos dormían, otro grupo hacia guardia, así se estarían intercambiando por lapsos. De ese modo, todos podrían dormir aunque fuese un poco. 

Tomaste tu arma y te dirigiste hacia otra de las habitaciones, ahí estaba ya esperándote tu compañero, a quien relevarías. 

"Hora de descansar, aprovecha estas horas" le diste un ligero golpecito en su hombro, a lo que el simplemente te sonrió. 

Justo cuando el iba pasando por una de las ventanas se escucho un impacto, cuando te giraste lo viste tendido en el suelo. Rápidamente captaste lo que había pasado, en alguna parte del exterior había un francotirador. 

"¡Francotirador!" gritaste con todas fuerzas para advertir a los demás. 

En menos de un minuto todo el mundo estaba listo para defenderse, se resguardaron en lo que pudieron, teniendo cuidado con las ventanas. Otro pequeño grupo se dedico a proteger los accesos a su refugio. Salir era sumamente peligroso, hasta que no identificaran cuantos de ellos habían, no podían abandonar su lugar. Aunque estar atrincherados también era una desventaja, el enemigo los había acorralado sin que se dieran cuenta.

Pero la situación lo único que hizo fue empeorar cuando granadas comenzaron a caer dentro de algunas habitaciones. Algunas eran cegadoras, otras de humo y las ultimas de fragmentación. 

En tu caso, cayo dentro de tu habitación una granada cegadora. Por lo que por un lapso de un par de minutos perdiste tu vista, siendo incapaz de defenderte. Dicho momento de confusión fue aprovechado por un grupo de asalto que se infiltro en el edificio, los disparos comenzaron, y tristemente gran parte de tu equipo murió en el proceso.

Los restantes, incluida tu, terminaron siendo prisioneros. Tan pronto los aseguraron, les inmovilizaron los manos y les colocaron una bolsa de tela en el rostro para que no pudieran ver hacia donde iba. Después los demás y tu fueron subidos a un vehículo con rumbo desconocido. 

Transcurrido de un lapso de tiempo desconocido, fuiste llevada alguna habitación, podías deducirlo por el sonido que se hacia al contacto con un suelo mas firme, así como el abrir y cerrar de una puerta. A continuación te sentaron en una silla, asegurándose que tus manos permanecieran por detrás del respaldo de la silla y bien atadas, fue igual con tus tobillos, ambos siendo amarrados a cada pata delantera, los cinchos estaban tan apretados que lastimaban tu piel aun a través de la tela de tu ropa.

Solo cuando te quitaron la bolsa es que notaste la cantidad de personas que estaban ahí, pero lo que detuvo el latir de tu corazón fue ver como en una de las esquinas estaba una sombra de gran tamaño, con una capucha con marcas decoloradas en forma de algún tipo de lagrima por debajo de donde estaban los ojos. Sabias perfectamente quien era el, lo reconocerías en cualquier lugar. 

"Hagamos esto sencillo, niña. Coopera y te daremos una muerte indolora...o puedes resistirte y sufrir una agonía como tus otros compañeros" hablo calmadamente un hombre que estaba posicionado delante tuyo. Nunca antes lo habías visto. 

Antes de poder responder cualquier cosa, escuchaste en las habitaciones contiguas los gritos desgarradores de tus compañeros. Sus voces, eran inconfundibles, eran ellos, sufriendo. Naturalmente se habían negado a relevar cualquier información. Todos eran leales hasta el final. 

"Canta, pajarito" te orden el mismo hombre de antes "O ellos te harán hacerlo" dijo señalando a las figuras detrás suyo.

Tu mirada se enfoco en ellos, el mas alto, quien debía ser König, no te miraba, desde que pudiste ver, siempre permaneció con su vista desviada hacia un lado. Su acompañante, era una mujer de ojos azules, cabello castaño oscuro recogido, piel de tez clara. Ella nunca te quito la mirada de encima. 

"Moriría antes de que darte información" hablaste sin dudar al hombre que en un inicio te había amenazado. 

"Deberías pensarlo mejor, ¿Sabes quienes son ellos?" 

"Lo se perfectamente...KorTac...los contrataste para poder ganar ¿No? Tu gente no podría haberlo hecho por si solos" te burlaste en su cara. 

"Quizás lo pienses mejor después de una pequeña prueba. Hagan lo suyo, Calisto y König" Ordeno el hombre a los dos miembro de KorTac.

Aunque Calisto fue la única que avanzo hacia ti, con un paso totalmente seguro. Se coloco detrás de ti y sentiste como tocaba tus manos, hasta que comenzó a presionar con fuerza un par de tus dedos de tu mano derecha.

"Imagino que debes ser diestra" susurro a tu oído para luego, de un solo movimiento, romper tu dedo indicie y medio. "Habla" 

Mordiste le interior de tu mejilla tan fuerte que el sabor a metal llenaba tu boca y garganta. Tu vista se elevo, enfocando un punto en el techo ya desgastado de esa habitación. Ahogaste tu grito, con mucho esfuerzo lo retuviste, pero las lagrimas se abrieron camino y descendían desde tus ojos hasta perderse en el borde de tu mandíbula. 

"Sabes perfectamente que esto no es nada comparado a lo que de verdad pueden hacerte" volvió a hablarte aquel hombre.

"Pueden romperme todos los huesos si quieren...mi respuesta no cambia" le escupiste al terminar de hablar. 

Y aunque tus palabras se habían escuchado con firmeza, por dentro estabas desolada. Querías tener la fuerza para mirar a los ojos a König y pedirle ayuda, que te salvara como muchas veces lo hizo antes. Pero por alguna razón, se había mantenido quito en el mismo lugar, sin decir ni una sola palabra.

¿Te iba a dejar morir?

¿Seria también tu torturador?

¿Todo lo que dijo y prometió fue mentira?

"Muy bien, es tu turno" Calisto le indico a König que se acercara también.

Fue solo así como, a paso lento, König finalmente dejo aquella esquina y se detuvo al estar frente a ti. El ya era un hombre bastante alto, pero estando atada en aquella silla, lo hacia ver aun mas grande desde tu perspectiva.

"Bien lo dicen...ten cuidado con lo que deseas. Y yo estuve todo este tiempo deseando el poder reencontrarnos" sonreíste pero no era una sonrisa de alegría, sino mas bien, de ironía. 

La mano enguantada de König tomo con fuerza tu barbilla para que elevaras tu rostro. La fuerza que aplicaba dolía, eso iba a dejar una marca en tu piel, pero poco importaba si al final iban a matarte. 

"Solo tienes que hablar" su mirada era seria, al igual que su voz. No gritaba, no sonaba enojado ni autoritario. 

"Ahórranos el tiempo a ambos, sabes mejor que nadie que no hablare..." a pesar de la situación, aun querías aferrarte a la idea que König, el König que tu conociste y del que se supone eras novia, estaba ahí. Querías creer que de ultimo momento iba a aparecer y de alguna manera, te ayudaría. Porque no querías ver, ni aceptar, que su tiempo fue una mentira. 

König retrocedió dos pasos y saco de la funda de su cintura su arma corta, con la cual te apunto.

"...Ich liebe dich (Te amo)..." le susurraste en alemán. Porque durante este tiempo, por tu cuenta, habías estado aprendiendo un poco mas de su idioma. Tu plan era sorprenderlo cuando se reencontraran y que se sintiera orgulloso de ti. 

"Es tut mir Leid (Lo lamento)" respondió antes de tirar del disparador de su arma. 

Las primeras gotas de sangre comenzaban a caer al suelo.

Meine LiebeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora