05| "Niña buena"

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|En edición|

Dicen que los sueños es un reflejo de lo que queremos; es una ventana a un mundo paralelo donde lo inalcanzable está a tus pies y lo atemorizante se magnifica

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Dicen que los sueños es un reflejo de lo que queremos; es una ventana a un mundo paralelo donde lo inalcanzable está a tus pies y lo atemorizante se magnifica. ¿Qué pasa si soñamos con cosas que no deberíamos? ¿Esto hará que nos obsesionemos o que le temamos? Yo creo que solo rectificaría la necesidad del ser humano de vivir, sea donde sea, lo que en su realidad no puede.

Cuando desperté, me quedé mirando fijamente el techo durante varios segundos. Por mi frente recorrían pequeñas gotas frías de sudor y mis manos apretaban las sábanas con fuerza.

No puedo creer que haya soñado con esto.

¡No, no, no!

—Santo dios.— murmuré cansada.

Los mismos golpes matutinos se apoderan de la puerta de mi habitación. Ya sabía que era la enfermera, sabía que venía a traerme los medicamentos y que diría lo mismo de siempre. En una semana y media es imposible no aprenderse todo cómo un manual de rutina.

—Buenos días, Alexandra. — dice con su sonrisa habitual —¿Cómo has dormido?

<<Muy bien. Soñé con el hermano de mi amiga.>>

—Más o menos.— dije.

—Bueno, eso es mejor que nada. — repone con optimismo.— ¿Cómo te sientes hoy?

—Siento mi cabeza mareada y pesadez en los párpados. Creo que la medicación me está afectando.

—Es normal, son muy fuertes. — dice, sacando algo de sus bolsillos. —La doctora Sanders me ha pedido que te deje esto. — me alarga un pomo pequeño de color blanco con una etiqueta roja.

—¿Qué es? — pregunté con el ceño fruncido y tomando el pomito en mi mano.

Me quedé mirándolo durante dos segundos.

—Es un sedante. Te ayudará a relajarte y a reducir tu ritmo cardiaco después de cada crisis.

Levanté mi vista hacia ella, nuevamente.

—Pensé que estaba prohibido que los pacientes manejen su tratamiento.— arrugué el entrecejo, confundida.

—No es tu tratamiento exactamente.— ella negó con la cabeza—Solamente lo tomarás en casos de emergencia.

—¿Solo después de la crisis?

—Exactamente.— aseguró.

Examiné el pomo con la vista de manera más detallada. Comencé a leer la prescripción médica de la etiqueta, la cual está en italiano y no entiendo ni dos palabras de lo que dice.

—Y... —acercó hacia ella el carrito metálico y cuadrado de medicamentos que tiene a su lado —aquí tienes tus medicamentos— sacó mis pastillas y tomó de la bandeja que está en la superficie el vaso con agua.

Las luces de Venecia.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora