12| "Tu sonrisa y melodias de fondo."

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"Supe que existía algo sobrenatural en tu forma de hacerme sentir, en tu forma de mirarme, en cómo me haces sonreír. Supe, desde aquel momento, que tu alma me haría brillar por dentro. Por eso, entre millones de humanos, quería que fueras tú; porque hacías qué entre tanto caos, me sintiera mejor. Porque lograbas que floreciera desde dentro (...)"
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Apoyé el cuaderno de notas sobre mi regazo y cerré los ojos. Un suspiro se escapó de mis labios. Hacía cinco largos días que no sabía nada de Jake, y no había dejado de pensar en él ni un solo instante. Aquí estoy, escribiéndole, mientras él ni se acuerda de mí.

¿Por qué me besó si luego iba a desaparecer como, como siempre hacía?

Idiota Jake.

Y qué idiota yo.

Oí dos golpes en la puerta de mi habitación, pero no me moví de la cama. La puerta se abrió lentamente y vi la cabeza de ¿Jake? asomarse por la rendija.

Me miró con una sonrisa inocente.

¿Qué hace aquí?

—¿Puedo pasar? —preguntó, con una sonrisa traviesa.

Me sorprendí al verlo y le sonreí, frunciendo el ceño.

—Claro, pasa —respondí, dejando el cuaderno sobre el colchón. Me senté de piernas cruzadas y lo miré.

Se acercó a mí y me plantó un beso en la frente.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté, confundida. Él nunca había venido hasta mi habitación.

—Es horario de visitas —se encogió de hombros, como si fuese lo más normal del mundo.

—¿Y... no deberías estar con Alice?

—Alice me ignora —se rió—. Además, ya pasé un rato con ella. Quería verte antes de irme.

Arqueé las cejas y estoy casi segura que me ruboricé.

—Pero...—me interrumpe.

—Me dijiste que tu familia no podía venir a verte, ¿verdad? —me preguntó.

Asentí con la cabeza, sin decir nada.

—Bueno, pues ya está —repuso—. Yo estoy aquí contigo —me sonrió.

Su sonrisa me hizo sentir algo especial. Mi corazón se aceleró y un cosquilleo me recorrió el pecho. No sabía cómo explicarlo, pero me gustaba.

—Te traje un regalo— dijo y noté algo de picardía en su mirada.

—Cierra los ojos— me pidió.

—No voy a cerrar los ojos— negué con la cabeza.

—¡Venga!— resopló.

—¡Vaaale! — arrastré un poco la vocal y reviré las pupilas hacia arriba.

Cerré los ojos. Me sentía ansiosa, las sorpresas siempre lograban desesperarme.

—¡No los abras! — escuché la voz de Jake un tanto lejos.

—¿Pero... qué es? — dije, sin abrir los ojos.

Escuché varios pasos acercándose.

—Ya los puedes abrir.

Lo primero que vi fue la cara de Jake. Sonríe de oreja a oreja y los ojos turquesas le brillaban. Bajé la vista hacia sus manos y está sosteniendo...

No puede ser...

Lo miré con las cejas elevadas de la sorpresa.

—¿Qué... qué haces con esto? — le pregunté perpleja, al ver que traía una guitarra en sus manos.

Las luces de Venecia.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora