𝟏𝟑

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Kisaki se despertó con la sensación de la luz del sol en su rostro. Hacía calor en él, ciertamente algo que uno encontraría reconfortante, pero mientras se movía en la cama, estaba seguro de que algo estaba mal.

Mantuvo los ojos entrecerrados y sus movimientos reservados, aferrándose a la falsa esperanza de que Shuji no se movía porque no quería despertarlo. Pero Kisaki sabía que ese no era el caso. Simplemente no quería aceptarlo.

Extendiendo un brazo tembloroso, Kisaki tomó la mano de Shuji. Cerró los ojos y apretó la palma. Hacía frío. Su mano temblaba más fuerte con cada segundo que pasaba, como si el movimiento fuera a hacer que Shuji despertara. El rostro de Kisaki se hundió en la curva de su cuello. Empujó el puente de su nariz contra la piel fría. Sus labios rozaron su clavícula en una búsqueda desesperada de ese calor familiar. Ambas manos se habían entrelazado alrededor de las de Shuji ahora, temblando sin pausa. No podía encontrar su pulso.

La devastación se apoderó de Kisaki en ese instante. Era un sentimiento surrealista, uno que nunca podría describir ni en un millón de años. Lo apretó, amenazando con aplastarlo desde adentro hacia afuera. El dolor se grabó en su alma, obstaculizándolo, dejándolo sin palabras hasta el punto de que ya no sabía qué eran las palabras.

Un sollozo salió de la garganta de Kisaki.

Intentó desesperadamente contenerlo. Intentó con todas sus fuerzas mantenerse unido, pero sabía que estaba demasiado débil para hacer semejante farol. Una vez que el segundo sollozo lo abandonó, se sintió dando vueltas. No había forma de ocultarlo. Estaba deshecho.

Su cuerpo se sacudía con cada sollozo que arrancaba de él, su cuerpo se curvaba para acercarse. Sostuvo su rostro contra el cuello del cadáver, justo debajo de la mandíbula, respirando todo lo que quedaba de Shuji.

Tenía tantas cosas que quería hacer con él, tantas cosas que quería decir, pero todas esas cosas parecían haber desaparecido una vez que finalmente llegó el momento. Kisaki quería gritar, pero no podía encontrar la voz. Ni siquiera una frase podría superar su sufrimiento.

Se mantuvo contra Shuji y se aferró a él con la poca fuerza que le quedaba. No se levantó para alertar a las enfermeras, ni a los médicos, ni a nadie en el hospital. Sabía que una vez que se enteraran, le quitarían a Shuji.

Así que permaneció en el lugar, aferrándose a Shuji, disfrutando de su compañía por última vez antes de no volver a verlo nunca más.



𝐈𝐧 𝐀𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐋𝐢𝐟𝐞 ʰᵃⁿᵏⁱˢᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora